México tiene más de 39 millones de menores de edad, de los cuales seis de cada 10 han padecido violencia en su casa o escuela y más de 3 millones trabajan en condiciones de explotación sin oportunidad de estudiar, de acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) México.
La situación vulnerable de los menores en riesgo social refleja el fracaso de las políticas económicas instrumentadas en México en las últimas décadas. Es un problema estructural que requiere atención urgente y participación multidisciplinaria.
La violencia intrafamiliar es un tema que en los últimos años ha crecido notablemente debido a la falta de conciencia que tienen los ciudadanos, es un problema social de grandes dimensiones que afecta sistemáticamente a importantes sectores de la población especialmente a mujeres, niñas, niños, ancianos y ancianas. Una forma endémica de la violencia intrafamiliar es el abuso a las mujeres por parte de su pareja.
Las manifestaciones de la violencia íntima también denominadas "violencia intrafamiliar" o “violencia doméstica”, incluyen la violencia física, Psicológica y Sexual.
La problemática es tan grave que desde hace tres años se considera un "problema de salud pública". Uno de los principales factores que agudiza la problemática es el alcoholismo, el consumo de drogas. La Violencia Familiar, es un hecho con él que se daña la integridad física o psicológica de uno o varios miembros de la familia., esta puede ser física, psicológica, patrimonial y sexual.
En tanto, la definición de violencia familiar a la que alude Ulloa (2005) menciona que es toda acción u omisión cometida por algún miembro de la familia, que menoscaba la vida, integridad física, psicológica o la libertad de otro miembro de ella y causa daño al desarrollo de la personalidad del agredido. Se dice que para poder calificar una situación familiar como caso de violencia el abuso que se comete debe tener cierta duración, ya sea permanente o por periodos, en tanto, se atañe que las mujeres y los niños son quienes la mayoría de los casos padecen la violencia que se vive en el hogar (Ulloa, 2005).
Estas situaciones de violencia dentro del hogar, se dan con frecuencia ya que de acuerdo con Patró y Limiñana (2005) la familia como institución se ha considerado, históricamente un ámbito privado donde el comportamiento de sus miembros se situaba fuera del control social. También señalan que el término violencia familiar hace referencia a cualquier forma de abuso, ya sea físico, psicológico o sexual, que tiene lugar en la relación entre los miembros de una familia, también, manifiestan que el abuso implica un desequilibrio de poder, y es ejercido desde el más fuerte hacia el más débil con el fin último de ejercer un control sobre la relación, es por ello que dentro de nuestra sociedad la estructura familiar jerárquica que actualmente predomina, mantiene dos principales ejes de desequilibrio los cuales son el género y la edad, siendo así las mujeres, los niños y los ancianos las principales víctimas de la violencia dentro de la familia.
Por otro lado, considerando a Gómez, Muñoz y Haz (2007) comprenden a la familia multiproblemática como un sistema vulnerable de alto riesgo, tanto por la acción de sus mecanismos internos, como de fuerzas sociales que potencian su disfuncionalidad, los autores proponen como sus características centrales la polisintomatología y crisis recurrentes, la desorganización, el abandono de las funciones parentales y el aislamiento, focalizando específicamente en aquellas familias en situación de riesgo social.
En cuanto a la violencia ejercida contra la mujer Levendosky, Huth-Bocks, Semel y Shapiro (2002) plantean quelas mujeres que viven en hogares violentos nunca pueden tener la oportunidad de recuperarse mientras permanecen en estos ambientes física y / o psicológicamente abusadas, por lo que es necesario que cambien de contextos.
En tanto, la agresión emitida hacia los niños, podemos exponer lo dicho por Grillo citado en Ulloa (1996), quien define el maltrato infantil como toda acción u omisión por parte de un sujeto individual o colectivo, que violente el derecho de cualquier persona menor de edad a crecer y desarrollarse, independientemente de que tal acción u omisión sea producto de negligencia, ignorancia o incapacidad, ocurra en la intimidad del domicilio familiar o en un ámbito más amplio de la sociedad, debido a que dichas acciones interfieren en el crecimiento y desarrollo físico, psíquico o sexual de tal menor.
Causas y efectos de la violencia en los niños.
Es evidente, que la violencia ejerce cierto impacto en los niños, por ello Henao (2005) considera que la agresión se configura como un problema de comportamiento cuando es persistente y los niños la exhiben en diferentes contextos. Además, junto con los comportamientos agresivos, los niños presentan otras características como destructividad, impulsividad, desobediencia, comportamiento oposicionista, reacciones agresivas a la frustración como las “pataletas” y las “rabietas”, las mentiras o trampas, errores en la interpretación de los estímulos con tendencia a atribuirles hostilidad, hipervigilancia y alta sensibilidad a los estímulos negativos, repertorio limitado de alternativas frente a la solución de conflictos y percepción de las soluciones violentas como las más efectivas. Adicionalmente, es frecuente que los niños con problemas de comportamiento agresivo presenten también hiperactividad y déficit de atención, así como algunos de los trastornos del aprendizaje que inciden en el rendimiento académico.
Por otra parte, se ha encontrado que los niños que son temporalmente más impulsivos, desatentos e hiperactivos con frecuencia reciben menos estímulos y apoyo por parte de sus maestros, y son castigados con mayor frecuencia. Igualmente, los niños que presentan elevados niveles de agresión, especialmente en distintos contextos, están más propensos a tener una transición difícil en la escuela y dificultades para el aprendizaje escolar. En general, estos niños presentan pobres competencias sociales y emocionales que los colocan en riesgo de ser rechazados por sus pares y su comportamiento negativo también afecta su habilidad para tener relaciones positivas con sus maestros.
Igualmente, Ulloa (2005) también plantea diversos efectos que el maltrato tiene en el infante, por ejemplo, en el plano social se plantea baja autoestima, falta de empatía y depresión, asimismo, se hacen frecuentes síntomas de estrés, agresividad, problemas de conducta, dificultades de aprendizaje y aumento de la angustia cuando el niño recuerda algún episodio abusivo. Además de que el niño puede experimentar sentimientos como la indefensión, el miedo o la preocupación, lo cual se asocia a una ansiedad que puede llegar a ser paralizante y muchas veces la violencia que vive la perciben como incontrolable.
De igual modo, otros estudios han encontrado que los niños en edad preescolar que viven en familias con violencia doméstica presentan mayores problemas en los niveles de la vida social, conductual y cognitivo que en que aquellos hogares no violentos (Davis & Carlson , 1987 ; Fantuzzo et al ., 1991; Graham- Bermann y Levendosky , 1998ª; en Levendosky, Huth-Bocks, Semel y Shapiro, 2002).
Haciendo alusión a lo establecido por Lazarus (2000; en Patró y Limiñana, 2005) comparten la idea de que los efectos producidos debido a la experimentación de un acontecimiento traumático de forma crónica pueden ser mucho más profundos puesto que llevan asociados la afectación, en mayor o menor medida, de los significados cruciales de la vida de una persona , tal es el caso de los niños que experimentan la violencia dentro de su propia familia, debido a que los significados que resultan minados por esta experiencia son sentimientos tales como los de merecimiento, la creencia de ser querido y atendido o la percepción de control sobre los acontecimientos y la vida en general. Equivalentemente, Patró y Limiñana (2005) mencionan que en el caso de los niños que no sólo son testigos del maltrato hacia su madre sino que, a la vez, también son víctimas de esa violencia, la pérdida es todavía más desequilibrante, pues afecta a un componente absolutamente necesario para el adecuado desarrollo de la personalidad del menor, el sentimiento de seguridad y de confianza en el mundo y en las personas que lo rodean.
Asimismo, se señala que los niños en edad escolar que presencian la violencia doméstica han documentado que aquellos mayores de 6 años experimentan síntomas traumáticos como resultado de dichas experiencias (Graham-Bermann Levendosky, 1998b; Kilpatrick Williams, 1997; Lehmann, 1997; Rossman, 1998; en Levendosky y cols. 2002). El trauma es entendido como aquello que abruma las capacidades del yo de la persona para entender lo que ha sucedido según Herman (1992; en Levendosky y cols. 2002).
Del mismo modo, autores como Barcelata y Álvarez (2005) plantean que las características que se presentan en un menor agredido, son: aplanamiento emocional, limitaciones para experimentar placer, desorganización conductual, hipervigilancia, dificultades en el establecimientos de vínculos afectivos, inseguridad, baja autoestima, depresión, antisociabilidad; bajo o mal funcionamiento cognoscitivo y académico, que se refleja en el bajo aprovechamiento escolar, así como aumentar la probabilidad de presentar trastornos más severos de ansiedad por estrés postraumático.
Arrauberiera (1994 en Barcelata y Álvarez, 2005) señala que se ha encontrado correlación entre un hijo golpeado y un padre golpeador, es decir, los padres que en su infancia han sido golpeados refuerzan su experiencia de maltrato, maltratando a sus hijos, presentan baja tolerancia a la frustración; no poseen recursos intelectuales para la solución de problemas sin utilizar la violencia. Otro factores, señalan (Barcelata y Álvarez, 2005) son que padres o familias como pocas o ninguna red de apoyo en el enfrentamiento de momentos difíciles; padres que reportan sentirse infelices en el matrimonio; con expectativas irreales acerca de sus hijos; con grandes necesidades afectivas; menos capaces de controlar la tensión, y en general con recursos limitados para enfrentar situaciones adversas. Asimismo, una persona sometida a constante estrés está en mayor riesgo de convertirse en una persona que maltrata.
En tanto, Bowen (1960 en Barcelata y Álvarez, 2005) menciona que los miembros de una familia pueden presentar alejamiento emocional como defensa cuando, se observa al niño como un obstáculo a la libertad, a la realización de actividades que se desean hacer porque representa una obligación que no se desea, rigidez en la definición de la conducta de los padres frente a la paternidad o maternidad, problemas de comunicación que se expresan en una real fusión, lo que indica una falta de diferenciación.
Mientras tanto, Amar, Kotliarenko y Abello (2003), en algunos casos también se ha visto que los niños que crecen en una ambiente hostil desarrollan resilecia, asimismo, señalan que las relaciones que mantienen los niños con las personas de su núcleo familiar, familia extendida y otros miembros significativos de la familia ampliada, como también factores del entorno, como los recursos que les proporciona el medio y su habilidad para acceder a la ayuda y consejos de otros, son factores que están vinculados al desarrollo de la resilencia. En la Guía de intervención con menores víctimas de violencia de género (2012) también señalan que la resilencia, hace referencia a la capacidad de un niño o niña para enfrentarse a los desafíos de su crecimiento y desarrollo incluyendo circunstancias difíciles e incluso traumáticas, gracias a sus cualidades mentales, afectivas, relacionales, cognitivas y conductuales resultado de los buenos tratos familiares y sociales, así como de los referentes significativos que crearán los niños y niñas en su desarrollo evolutivo con sus profesores.
Posibles intervenciones.
En la investigación de Pernebo y Almqvist (2014), encontraron que la mayoría de los niños perciben un tratamiento como un lugar seguro para divertirse y conocer a otras personas, un lugar donde pueden hablar sobre cuestiones angustiantes mientras juegan y en donde las personas los entienden, por lo que su experiencia de seguridad es buena tanto física como emocional. De modo que, expresan que cuando están en el tratamiento este les hace sentir alegría y motivados a participar en él.
En tanto, para que un tratamiento tenga la posibilidad de ser eficaz se debería de tener en cuenta los aspectos que menciona Félix López y su equipo de investigación de la Universidad de Salamanca, como principales necesidades de la infancia son las necesidades fisiológicas, cubriendo sus necesidades básicas; afectivas, con el fin de proporcionar un sostén afectivo que a su vez le permita desarrollarse en todas las áreas restantes; cognitivas, ya que cuando se trata de niños pequeños tienen más la necesidad de encontrar sentido al mundo para poder adaptarse al mismo. Es por ello necesario ofrecerle un ambiente relacional que le ofrezca interacciones que faciliten el desarrollo de sus capacidades cognitivas; y sociales, es importante que desarrolle su interdependencia, aceptar las reglas, asegurar el respeto hacia otros y otras, acceso a la convivencia, facilitar el compromiso por el desarrollo de un grupo social, así como la responsabilidad hacia su comunidad, al igual que sentir satisfacción con esta necesidad. (López 1995 en Guía de intervención con menores víctimas de violencia de género 2012). Así mismo se alude a que trabajar con estos aspectos mediante los buenos tratos que se les dispensa desde una persona adulta significativa, que promueve valores positivos basados en el uso de la no-violencia, el uso de la verdad, tienen efectos positivos en la ética que se desarrollará posteriormente en estas personas menores de edad.
Tomando en cuenta el punto de vista de Patró y Limiñana (2005) apuntan a diversas medidas que deben ser tomadas en cuenta en los programas de intervención de niños expuestos en situaciones de violencia en el hogar, en donde deben resaltarse tres aspectos fundamentales, como:
Ámbito Emocional: Es importante brindarle al niño la posibilidad de ser escuchado, así como de hablar de los sentimientos que experimenta, tales como el miedo, enfado o culpabilidad; de igual forma se le debe ofrecer una explicación apropiada de las preguntas o dudas que surjan a partir de acontecimientos de violencia, con el fin de disminuir la incertidumbre a futuro.
Ámbito Cognitivo. Es importante reestructurar los valores y creencias que se tiene con relación a la violencia.
Ámbito Conductual. Hacer énfasis en la recuperación del sentimiento de seguridad, así como la percepción que se tiene sobre la falta de control de la vida del infante, ya que en muchos casos, los niños se han visto obligados a huir de su hogar o del maltratado junto a su madre o hermanos y alojarse por algún tiempo indeterminado en un centro de acogida, abandonando así su entorno más próximo y sus actividades habituales, por lo que resulta benéfico la creación de rutinas y ambientes estables, así como su participación en actividades que puedan proporcionarle algún sentido de control en su vida.
Las intervenciones se pueden llevar acabo de forma individual o grupal; los objetivos principales por los cuales se emplea una intervención grupal según Peled y Davis (1995 en Patró y Limiñana 2005) son: romper el tabú, definir los comportamientos violentos y al compartir las experiencias personales trabajar sobre los sentimientos y emociones experimentadas; facilitar el aprendizaje de estrategias de autoprotección; aumentar la autoestima por medio de los miembros del grupo y favorecer una experiencia positiva en un ambiente que sea seguro y estructurado.
Teniendo en cuenta lo que mencionan Galiano y Duarte (2011), con respecto a la teoría del modelado, parece probable que los niños y adolescentes expuestos a frecuentes conflictos entre sus padres, hayan aprendido que el comportamiento agresivo es una forma apropiada de resolver los problemas, comportándose de igual forma en sus relaciones con los demás. Se puede utilizar en los programas de tratamiento la teoría del modelado de forma positiva, sobre todo en aspecto cognitivo. Por último es importante y sobre todo necesario personalizar una serie de recursos y estrategias concretas que ayuden al menor a afrontar tales situaciones y le proporcionen un mayor sentimiento de seguridad y control. Por lo que señalan que las intervenciones deben de tener como objetivo ofrecer vinculaciones afectivas seguras, fiables y continuas por lo menos con un adulto significativo; facilitar procesos relacionales que permitan dar un sentido o significado a las experiencias; brindar apoyo social, es decir, facilitar redes psico-socio-afectivas para los niños y sus padres; la participación en temáticas que les permita una resignificación de su proyecto vital; facilitar experiencias que promuevan la alegría y el humor como estrategias de afrontamiento ante las dificultades encontradas por los cambios sufridos y favorecer el uso de estrategias creativas y artísticas que faciliten la representación de sus vivencias. En tanto, Amar, Kotliarenko y Abello (2003), hacen referencia a que se debe establecer programas con formación artística para explorar los factores que fortalecen la personalidad resilente y una participación activa de parte de la escuela y de comunidad en la que vive.
Presentación del problema específico
Caso: Un niño de 9 años, se ha estado desarrollando en un ambiente hostil, donde la violencia intrafamiliar se ha hecho evidente. Esta situación ha originado conductas sexuales inadecuadas y un bajo rendimiento académico.
A partir de la problemática en general, se ha determinado que los problemas específicos en los cuales nos centraremos serán:
· El padre violentaba física y verbalmente a la madre, y al morir ella el padre comenzó a violentar al niño.
· En la escuela del infante, reportan que tiene problemas de aprendizaje y lenguaje, dichas demandas no son atendidas por la familia.
· Al morir la madre, su padre busco otra pareja, con la cual ha mantenido relaciones sexuales sin precaución, llegando al punto de ser vistos por el niño en repetidas ocasiones, de tal modo que éste ha manifestado conductas sexuales no adecuadas a su edad y/o contexto.
Actualmente en la sociedad se padece de un exceso de privatización, en el sentido de mantener distancia por aquello que ocurre en lo privado pensándose que nos es ajena dado que no nos afecta Patró y Limiñana (2005), es decir, al saber de un caso, por ejemplo, de violencia como en el que vive el menor tal pareciese que esperemos que sólo las autoridades actúen, sin percatarnos que de manera individual podemos lograr que a otra persona le hagan valer sus derechos como ciudadano.
Se esperaría que en las escuelas se estuviese más alertar sobre los casos de violencia que ocurren en el hogar, ya que de alguna u otra forma repercuten en el desempeño académico del niño, es por ello que es necesario que se implementen talleres o programas que contribuyan a la detección de violencia en el hogar, y una vez que se hayan localizados casos canalizarlos con las autoridades correspondientes.
Asimismo, la falta de autocontrol que tiene el papá, el cual desencadena episodios de violencia (Barcelata y Álvarez, 2005), que afectan en el desarrollo de el niño, tanto a nivel emocional y físico, asimismo la violencia verbal que es emitida hacia el pequeño ha originado en él una baja autoestima, como lo indica Ulloa (1996) quien plantea que existen diversos efectos del maltrato tiene en el infante, por ejemplo, en el plano social se plantea baja autoestima, falta de empatía y depresión, asimismo, se hacen frecuentes síntomas de estrés, agresividad, problemas de conducta, dificultades de aprendizaje y aumento de la angustia cuando el niño cuando recuerda algún episodio abusivo, en tanto, el menor se muestra sumiso con su padre, también al no tener la atención necesaria por parte de su padre y/o otro apoyo emocional de algún adulto el menor refleja en su bajo rendimiento académico, también por ser expuesto a la violencia (Calzada, 2004), en su problema de lenguaje y en sus conductas inadecuadas la falta de atención y afecto.
Se podría considerar que el padre es el principal agente que propicia una indacuada dinámica familiar en la que el niño se desenvuelve, tomando en cuenta que la violencia ha generado el bajo rendimiento escolar, además de que la falta de atención por parte del padre ha contribuido a la presencia de conductas sexuales no apropiadas acorde a la edad del infante.
En cuanto a la solución diseñada por el equipo se plantea que deben abordar las tres principales problemáticas que presenta el caso, tales como: la violencia, el bajo rendimiento académico y las conductas sexuales inadecuadas.
Para abordar el caso de violencia, se hará uso del modelo propuesto por Kristin Skjorten, para el caso del padre. En tanto, para tratar al menor la solución estará basada en el programa propuesto por Hernández y Limiñana (2005).
Existen diversos modelos de atención para hombres agresivos, sin embargo la metodología bajo la que se propone trabajar está basada en el modelo ATV (Alternativ til Vold) propuesto por Kristin Skjorten, que desde una perspectiva de género intenta explicar la violencia doméstica como producto de una combinación de factores culturales, individuales y situacionales.
La metodología está basada en 4 principios de intervención terapéutica:
•Se focaliza detalladamente en el comportamiento violento, es decir, se intenta que el individuo reconstruya y hable detalladamente sobre los episodios de violencia.
• Se intenta responsabilizar al individuo de su comportamiento violento, es donde se pretende que el individuo sea consciente en cómo su conducta violenta no es una reacción pasiva a causa de estímulos externos, sino una conducta que es elegida por el mismo y no es la adecuada para la situación.
• Se hace conexión entre la historia personal y el uso actual de la violencia, es decir, el individuo debe entender la base de su conducta violenta con base en sus experiencias de la niñez y la relación de los sentimientos actuales de falta de poder.
• Centrarse en las consecuencias del comportamiento violento, en este sentido, el individuo tiene que ser capaz de reconocer el impacto que tiene su comportamiento violento en su entorno familiar. En tanto, el proceso de terapia es llevado a cabo de la siguiente forma.
• Es abierto y el terapeuta se ve en la tarea de cumplir la función de centrar la terapia en la violencia doméstica.
• Los participantes deben de reconstruir los episodios de violencia
• Una vez que la violencia es reconocida se ayuda al individuo a reconocer las técnicas para su control, la más usada suele ser Time Out (tiempo fuera)
• Es importante que el individuo reconozca que su conducta era consciente así como evitable, además de que es responsable de ella.
• También se le ayuda a ver las consecuencias de su conducta violenta, tanto para él como para su familia.
En el caso de la atención psicológica que requiere el niño, la propuesta está basada en Hernández y Limiñana (2005) Encontrado en: Patró, R. y Limiñana, R. Ma. (2005). Víctimas de violencia familiar: Consecuencias psicológicas en hijos de mujeres maltratadas. En Anales de Psicología. (Vol. 21, pp. 111-117). Murcia, España.
Se parte de un programa de intervención orientado hacia niños que han vivido bajo algún tipo de violencia, se menciona que debe tener por objetivo los siguientes aspectos:
• Se intenta romper con el tabú de la violencia ejercida dentro de la familia, a través de la definición de comportamientos violentos, con base en el hecho de compartir experiencias personales así como las emociones que se experimentaron en dichos episodios.
• Se debe facilitar el aprendizaje de estrategias de autoprotección, por ejemplo, planes de seguridad y aprendizaje de estrategias de resolución de conflictos de manera no violenta.
• Se debe aumentar la autoestima de los niños violentados por medio de los esfuerzos y la validación de los sentimientos.
• Se intenta favorecer una experiencia positiva en un determinado ambiente, que le genere al niño seguridad y bienestar.
Del mismo modo, a nivel general son tres aspectos fundamentales que deben de ser tratados en los programas de intervención, los cuales son:
1. Ámbito Emocional: En este sentido es importante que se le ofrezca al niño la posibilidad de ser escuchado y de hablar, de tal modo que pueda expresar sus sentimientos que a menudo experimenta como miedo, angustia, enfado, rabia o culpa. Se intenta que pueda liberar toda la angustia que ha reprimido de manera que normalice sus emociones, asimismo, se le debe dar una explicación acerca de los sucedido, ya que a menudo se muestran confundidos por la situación y pueden entenderla de manera errónea, experimentando culpa o miedo, es decir, piensan que el haber hecho algo desencadeno la situación de violencia, de tal modo que se muestran inseguros y preocupados.
2. Ámbito Cognitivo: Es importante abordar este ámbito en el sentido de que se intenta una reestructuración de los valores y creencias que se encuentran con relación a la violencia, evitando así una revictimización futura.
Ámbito Conductual: Algo que influye en el hecho de la adecuada recuperación del niño expuesto a situaciones de violencia es la pérdida del sentimiento de seguridad, así como la percepción sobre la falta de control en su vida. En este sentido se debe especificar qué conductas debe de realizar para ponerse a salvo de la violencia, así como señalarle los lugares a los que puede asistir para que personas puedan ayudarle, es decir, se trata más bien de personalizar una serie de estrategias que sean concretas que ayuden al infante a afrontar las situaciones y a su vez le proporcionen seguridad y control.
Por otro lado, también se propone que durante el tratamiento se pueda establecer una relación con un adulto, el cual funja como una figura significativa que sirva de guía y sea un apoyo emocional (ya sea un psicólogo o algún familiar que esté dispuesto a colaborar).
Asimismo, como solución consensuada por el equipo se propone el hecho de que tanto el niño como su padre, se inicien en la práctica de algún deporte en conjunto, de tal modo que puedan relacionarse positivamente, o realizar una actividad artística con el fin de que pasen tiempo de calidad, ya que por medio de estas actividades se pueden canalizar las emociones de una manera afable y provechosa.
Por otro lado, ante esta problemática, se intentará abordar por medio de pláticas dirigidas por un psicólogo, en donde se pretende exponer temas sobre conductas sexuales que presenta el hijo y los actos sexuales que ha percibido por parte de su padre.
Lo que se quiere hacer es orientar al chico sobre temáticas sexuales, empezaremos a hablar lo que es público y lo que es privado, esto con el fin de que sepa diferenciar un contexto y otro, le enseñaremos cuales son los nombres y de las partes de su cuerpo con el fin de que cuando se dirija a estas no las mencione de forma vulgar, así como la función que tienen, se le dirán brevemente algunas actividades que se consideran sexuales, sé mencionaran riesgos sanitarios y/o consecuencias, entre otras, también se le dará una pequeña descripción de cuidados higiénicos que debe tomar en cuenta.
Esto lo hará un Psicólogo y se basará de materiales didácticos, dibujos animados, se llevará a cabo en un lugar privado con el fin de que el menor no se sienta agraviado.
Metodología
Objetivo: Informar al niño acerca de temas relacionados con educación sexual, con el fin de modificar las conductas sexuales que posee.
Método
Participantes: Psicólogo y el niño de 9 años de edad.
Los participantes en este estudio de caso son:
• Un niño de 9 años quien manifiesta conductas sexuales inapropiadas para su edad.
Escenario: En las instalaciones de la CUSI, cubículo 23.
Materiales: Se hará uso de materiales didácticos como imágenes.
Descripción de variables:
Variable dependiente: Percepción y prácticas sexuales del participante.
Variable Independiente: Platica informativa. Que abarca temas de educación sexual.
Procedimiento. La solución del caso será con base a lo propuesto por Meresman(2012), sobre como dirigirse a un niño para hablar temáticas relacionadas con la sexualidad.
Finalmente, en cuanto al aspecto de la regularización escolar, se determinó que se enviará al infante a asistir a asesoría de aquellas materias donde presenta mayor dificultad, por tanto recomienda acudir a un centro donde se le proporcione apoyo para mejorar su rendimiento escolar, tales como, la CUSI (FESI) o en la UPN (subsede Tultepec).
Definitivamente, consideramos de importancia educar a la sociedad, respecto a no ser indiferente en situaciones en las cuales se presente violencia intrafamiliar, sobre todo si en esto se ven involucrados infantes, ya que son un sector de la población mayormente vulnerable.
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