El término apego cobra relevancia en la infancia temprana debido a que es un factor implicado en el desarrollo de formas de relacionarse con otros y además, influye en la construcción de la personalidad en el infante. Bowlby fue quien acuñó el término, refiriéndose a un sistema de comportamiento innato destinado a recibir apoyo, cuidado y protección del cuidador primario; este se activa en situaciones que se perciben como amenazantes.
En función de la disponibilidad del cuidador y la satisfacción de necesidades, se configura un estilo diferente de apego que va desde el apego seguro hasta los estilos de apego clasificados como inseguros. Cabe señalar que algunos de estos estilos de apego probabilizan la emisión de conductas agresivas (Shaw & Vondra, 1995, Citado en Fonagy, Target & Steele, 1997). Algunos factores asociados con la problemática son el estilo de apego, el tipo de cuidador (primario o secundario), disciplina o tensión familiar y escolar, formas de comportamiento del pequeño con sus compañeros; el conjunto de las prácticas educativas realizadas por los padres y sus actitudes, debido a que influyen de forma significativa en la conducta de los hijos.
Por lo tanto, la prevención de la agresión en ámbitos escolares tiene que involucrar intervenciones en las que no sólo se proporcione información a los cuidadores o a los niños acerca de esta problemática, debido a que la información a priori no produce cambios en la conducta de las personas. También tiene que incluirse un componente de ejecución en el que primero se identifiquen las habilidades con las que cuentan los cuidadores o los pequeños y posteriormente se diseñen actividades en las cuales se entrenen habilidades nuevas que probabilicen la inhibición de conductas agresivas y la promoción de conductas pros sociales o asertivas. Así, en el presente trabajo el objetivo fue disminuir la presencia de conductas agresivas en niños de 3 años que se encuentran en instancias infantiles. La estrategia de intervención se diseñó con base en los elementos antes mencionados, teniendo como objetivos entrenar a los cuidadores de los niños que se encuentran en estancias infantiles para que fomenten el apego seguro y reduzcan la emisión de conductas agresivas delante o con los niños y entrenar a los padres de los niños que presentan apego seguro con emisión de conductas agresivas para que regulen el comportamiento enseñándoles habilidades pro sociales.
*Conducta agresiva en niños de 3 años de edad (3 niñas y 3 niños), cuidados en estancias infantiles y su relación con los estilos de apego.
Como se ha mencionado, actualmente los estudios de conducta de apego no solo se centran en la relación madre-hijo, sino en las distintas interacciones con los diferentes cuidadores del niño (abuelos, padres, tíos, hermanos, miembros externos a la familia, etc.) Debido a que la situación social moderna actual demanda que la madre incursione en el ámbito laboral, surgen las siguientes interrogantes: ¿Qué sucede con el desarrollo de la conducta de apego? ¿Es un factor relevante la adquisición de conductas agresivas?
La “agresividad” es un concepto que se refiere a una “variable interviniente” e indica la actitud o inclinación que siente una persona o un colectivo humano a realizar actos violentos. Por lo que las conductas agresivas refieren a comportamientos o conductas que una persona realiza, que implican daños físicos a personas u objetos de otros. (Verona, Pastor, De Paz, Barbosa, Macías, Maniego, González & Boget, 2002).
Por lo tanto se considera que la calidad del apego influye en ciertos patrones conductuales. Así, se ha relacionado al apego inseguro con reacciones de agresividad debido a una percepción hostil del otro (amenazante). Mientras que el apego seguro se concibe como base de relaciones interpersonales basadas en la confianza (Fonagy, Target & Steele, 1997). En un estudio realizado Shaw y Vondra (1995, Citado en Fonagy, et Al, 1997) la inseguridad del niño probabiliza que se presenten problemas de conducta a la edad de 3 a 5 años. Encontraron que el 60% de los niños que presentaban un estilo de apego desorganizados al año de edad emitían conductas agresivas; el 31% de los niños con estilo de apego evitativo; el 28% de los niños con estilo de apego ambivalente y el 17% de los niños con apego seguro. Concluyendo que el estilo de apego desorganizado es el que se asocia mayormente con problemas de conducta agresiva.
Es así que dentro de esta problemática a nivel infantil se encuentran el conjunto de las prácticas educativas realizadas por los padres, así como sus actitudes de estos, debido a que influyen de forma significativa en la conducta de los hijos.
No existe duda alguna de que el desarrollo de una persona se ve influido por las relaciones y experiencias tempranas que esta tuvo y con las que se podrían explicar las diferencias individuales que se observan claramente en muchos aspectos, tales como la cognición, comportamiento, habilidades sociales, respuestas emocionales y personalidad. Entre las diferentes y bastas relaciones que los individuos formamos a lo largo de nuestras vidas, la relación madre- hijo y su mediación del apego, es la más importante (Mokhtar 2007).
La teoría del apego o vínculo afectivo, formulada por John Bowlby y Mary Ainsworth a finales de los 50, plantea la propensión de los seres humanos de formar fuertes lazos afectivos con determinadas personas; hace referencia a la relación desarrollada entre un niño y su madre o cuidador primario durante los primeros años de su vida. Describe cómo las relaciones tempranas de los niños afectan su desarrollo y su capacidad para formar relaciones futuras. Su utilidad radica en que permite identificar los factores implicados en el desarrollo posterior de nuevas relaciones y las bases que sean útiles para esta construcción (Centre for Parenting & Research, n.d), asi como la modificación de las estrategias que ya no les sean funcionales.
Además Bowlby se interesó en temas tales como: la angustia de separación exhibida por los niños cuando ellos o sus madres estuvieron ausentes (Bowlby y Robertson 1952); El efecto de privación materna temprana en el desarrollo posterior (Bowlby 1944); y el efecto del dolor y el duelo por la pérdida de un cuidador que se produce durante la infancia. (Bowlby 1960) (Dean Petters, 2006). El término apego que intenta estudiar esta teoría, en sus inicios se refería a una relación cálida, íntima y continua entre un niño y su madre o madre sustituta permanente, en la que ambos encuentran satisfacción. Actualmente se utiliza para referirse a la relación entre un niño pequeño y su padre, madre o cuidador, durante los dos o tres primeros años de vida, además de incluir los sentimientos del niño en dicha relación (Brotherson, 2005; Galán, 2010). Mientras que por conductas de apego se entiende, las señales de llanto, sonrisa, vocalización que el niño emplea para convocar al cuidador.
Al vínculo o apego con uno o dos adultos significativos se le denomina relación de apego primaria. Una vez establecidos los vínculos primarios, los niños pequeños establecerán relaciones secundarias con otros cuidadores adultos como hermanos, tíos, abuelos, etc. A estas conexiones secundarias se les denomina relaciones de apego secundarias y en conjunto con la relación de apego primaria, conforman un ambiente idealmente positivo para los niños (Brotherson, 2005). Actualmente los conceptos de la teoría del apego aceptan que los niños forman apegos a muchos cuidadores al mismo tiempo, a diferencia de lo que inicialmente planteó John Bowlby de que las madres son las figuras de apego más importantes; lo que se observa es que los padres, abuelos, proveedores de cuidado y los profesores son todos considerados por el niño como figuras de apego. Aunque se continúe aceptando que el vínculo primario con la madre podría desempeñar un papel crucial en la preparación del niño para aceptar un nuevo cuidado, no es suficiente para explicar el desarrollo de patrones de apego de un niño (Whiple, Bernier & Genevieve, 2011)
En general, dentro de estas relaciones de apego, se refuerzan patrones de comportamiento, tanto del niño como del cuidador. Por ejemplo, al satisfacer las necesidades del niño por parte del cuidador, aumenta su seguridad y confianza en el adulto (fortaleciendo el vínculo) mientras que responder a la necesidad de un niño motiva al cuidador a seguir haciéndolo. Además, cuando las experiencias anteriores de un niño, fueron de apego seguro, la habilidad de afrontar las experiencias adversas futuras y de explorar el mundo aumentan; también se observa que el pequeño se libera del miedo y la ansiedad que pueden surgir al estar solo. Al hacer mención de la seguridad, se hace referencia a la forma en que los niños organizan sus comportamientos con la finalidad de mantener un equilibrio entre sus necesidades de protección y comodidad así como de su necesidad de explorar el mundo que los rodea (Whiple et Al, 2011).
Para identificar cuáles son los factores más importantes en la relación del niño pequeño y su padre, madre o cuidador, es necesario comprender la calidad de esa relación, debido a que una relación de apego se favorece y adquiere cierta forma en relación con la respuesta del cuidador a las necesidades de atención, confort y seguridad del pequeño. Y aunque el vínculo entre padres e hijo se forme desde los primeros días de vida, se fortalece con la interacción constante. Estas formas de responder pueden ser útiles para clasificar la seguridad en una relación de apego.
La primera clasificación surgió a partir de un estudio realizado por Mary Ainsworth, con niños de hasta 20 meses y que resultó en cuatro estilos o patrones de conducta de apego (Galán 2010; Lara, et Al, 2005; Lyons, 1999; Whiple, et Al., 2011), a saber:
1. Apego seguro. Niños que buscan facilidad de contacto con el cuidador cuando están estresados o preocupados. En este tipo de apego los niños buscan interactuar con los padres y explorar su ambiente, confían en la satisfacción de sus necesidades y parecen felices estando con sus cuidadores.
2. Apego inseguro ambivalente. En este tipo de apego los niños buscan el contacto con sus padres o cuidadores pero se les dificulta separarse de ellos posteriormente, se resisten a explorar su ambiente y pueden molestarse o frustrarse con las respuestas de sus padres (los niños no manifiestan seguridad en que el cuidador vaya a satisfacer sus necesidades emocionales).
3. Apego inseguro evitativo. Se caracteriza por niños que evitan o ignoran la presencia de sus padres, se niegan a aceptar los intentos del cuidador de proporcionarle comodidad, tienen arrebatos emocionales y evitan o ignoran las respuestas de sus padres; además él cuidador puede tener dificultades para distinguir entre el niño que experimenta cierto malestar y el niño que sólo necesita ser reconfortado, sumada a la falta de armonía y la insatisfacción en la relación. Los tres tipos de apego descritos por Ainsworth han sido considerados en la mayoría de las investigaciones sobre apego. Sin embargo, más recientemente se ha propuesto la existencia de un cuarto tipo (Oliva Delgado, 2004).
4. Apego inseguro desorganizado. Ocurre cuando se deja a los pequeños emocionalmente abrumados y angustiados por largos períodos de tiempo, ya que no tienen una estrategia clara para hacer frente a su angustia. Presentan comportamientos extraños, contradictorios y conflictivos. Generalmente se observa que el niño experimenta la presencia del cuidador como aterradora y ha sido relacionado con una historia de maltrato de los padres, la depresión materna y el uso indebido de drogas.
Obtención de datos
Para la recolección de datos se diseñó una tabla en la cual se registraron los distintos niveles establecidos (niveles de exploración, ansiedad de separación, conductas de apego, reacción en reunión y actitud ante el extraño) en conjunto con las diferentes situaciones recreadas (cuidador niño y observador, cuidador y niño, observador y niño, niño solo y niño con ciño) para poder determinar el estilo de apego. (Fig 1)
Fig. 1. Relación de niveles de reacción de los y las niñas en relación a las situaciones recreadas y adecuadas para nuestra población según la situación del extraño.
Para el registro de conductas agresivas se utilizó una tabla con formato de registro de ocurrencia continúa, compuesto por cuatro conductas identificadas como agresivas, tales como: gritar, rasguñar, aventar y pegar con el puño. El registro de emisiones de tales conductas se realizó durante las cinco situaciones planeadas para la identificación de estilos de apego, es decir, durante 10 minutos. (Fig 2)
Fig. 2. Conductas agresivas y el número de emisiones por tiempo.
Para complementar los datos recabados con los registros, se les entrego a los cuidadores un cuestionario con preguntas relacionadas a las actitudes que presentan cada uno de los participantes en determinadas situaciones. (Fig. 3)
Resultados
Los resultados fueron analizados con base en la clasificación de estilos de apego ofrecida por Mary Ainsworth (Galán 2010; Lara, et Al, 2005; Lyons, 1999; Whiple, et Al., 2011) y en la metodología de observación de conductas de apego ofrecida por Román (2011). Como se muestra en la figura 4 la mayoría de los niños que conforman la muestra empleada se ubicaron en el estilo de apego ambivalente, seguido del apego seguro, del evitativo y ningún participante se ubicó en el estilo de apego desorganizado.
A partir de los resultados obtenidos mediante el empleo del registro de conductas de apego y agresivas en observación directa, además del cuestionario contestado por el cuidador, se observó que el niño no.1 presenta un estilo de apego seguro. En este tipo de apego los niños buscan interactuar con los cuidadores y suelen explorar su ambiente; en el caso de este niño el nivel de exploración es alto y presenta una conducta de apego moderado. Respecto a la conducta agresiva no es posible afirmar que existe, ya que solo fue visible una categoría (gritar) en la situación de observador y cuidador
Ahora bien se puede observar que el niño no. 2 presenta un estilo de apego inseguro ambivalente. En este tipo de apego los niños buscan el contacto con el cuidador pero se les dificulta separarse de ellos posteriormente, además muestran resistencia a explorar su ambiente; en el caso del niño no. 2, el nivel de exploración va de baja a media y las conductas de apego varían dependiendo de si hay un extraño o se encuentra solo con el cuidador. Respecto a las conductas de agresividad, no fueron identificadas en ninguna de las cinco situaciones a las que estuvo expuesto el niño.
También se observó que el niño no. 3, presenta un estilo de apego seguro pues aunque su conducta de apego se vio minimizada, se obtuvieron niveles de exploración y de ansiedad de separación altos y actitud sociable ante el extraño. En cuanto a la identificación de conductas agresivas, se presentaron contra otros niños y con frecuencia dos de ellas (gritar y aventar).
La niña no. 4, presenta un estilo de apego inseguro evitativo que se caracteriza por ignorar o evitar la presencia del cuidador y tener arrebatos emocionales. Esta participante, tampoco hizo visibles conductas agresivas en ninguna de las cinco situaciones en las que estuvo expuesta.
De la niña no. 5 puede decirse que emite conductas identificadas dentro del estilo de apego inseguro ambivalente. Como ya se mencionó, en este estilo de apego los niños buscan el contacto con el cuidador cuando se encuentran estresados o preocupados. Con excepción de que la niña no. 5 no manifestó ansiedad al separarse del cuidador en la situación 3. Como era de esperarse, la reacción ante los extraños fue de cautela e indiferencia. Finalmente, no se registraron conductas de agresividad en ninguna de las situaciones en las que se encontró, por el contrario, en la situación 5 compartió los juguetes con su compañía y comenzó a hablar con ella.
Para finalizar se observó que la niña no. 6 presenta conductas que pueden categorizarse en el estilo de apego inseguro ambivalente, ya que estos niños suelen buscar contacto con sus cuidadores y se resisten a explorar su ambiente. En cuanto a las conductas agresivas, no se hicieron presentes en ninguna de las situaciones a las que fue expuesta (véase figura 5).
Solución del caso
Estrategia de intervención:
Los pasos del uno al dos han sido realizados como parte de la recolección de datos y se basaron en la clasificación de estilos de apego presentada por Mary Ainsworth (Galán 2010; Lara, et Al, 2005; Lyons, 1999; Whiple, et Al., 2011) y en la metodología de observación de conductas de apego ofrecida por Román (2011).
1) Estructurar la situación del extraño ajustada con los niños y sus cuidadores. Observar y registrar la posible emisión de conductas agresivas. Implementación de cuestionario de estilos de apego a los cuidadores que se tomará como entrevista inicial acerca del niño.
2) Correlación entre cuestionario y registros de observación. Ubicación del pequeño en categoría de estilos de apego.
A partir del paso 3 al paso 5 se presenta una descripción detallada de las actividades a realizar, con el objetivo de prevenir la emisión de conductas agresivas en niños pequeños; lo cual incluye el trabajo directo con niños, padres y cuidadores.
3) Entrenamiento de cuidadores.
• Observación de los cuidadores en situaciones reales en las que interactúan con los niños, es decir en el salón de clases.
• Conferencia introductoria de los estilos de apego y las conductas agresivas además de la influencia de modelos agresivos en las futuras formas de interacción de los niños con sus compañeros (imitación).
• Actuación (rol playing) de estilos de apego y las posibles respuestas de los cuidadores, se dará lugar a la expresión de la valoración de los cuidadores acerca del desempeño de los modelos. Se registrarán las reacciones de los cuidadores ante cada situación:
- Situación 1. Cuidador está dando la clase y un niño comienza a llorar, el cuidador le grita que se caye.
- Situación 2. Cuidador está dando la clase y dos niños comienzan a empujarse y gritarse.
- Situación 3. Cuidador está dando la clase y un niño dice que le aburre. El cuidador se acerca y le explica porque es importante que permanezca en clase.
• Retroalimentación de cuáles son las actitudes, conductas, etc., realizadas por el modelo (cuidador) que probabilizan la emisión de conductas agresivas.
• Aplicación de lo aprendido en situaciones reales.
• Recreo: supervisión del niño y planificación de actividades de juego grupal, reforzamiento a conductas asertivas como cooperación.
• Comedor: observación del comportamiento del niño, reforzamiento de conductas asertivas como comer en el lugar designado, agradecimiento a los cuidadores, respeto por lo ajeno, etc.
4) Observación de padres.
• Observación de padres interactuando con los niños que presentan apego seguro con emisión de conductas agresivas.
• Cuestionario aplicado los padres acerca de cómo se relacionan los niños con sus compañeros, hermanos, etc., reacciones del niño al estar lejos de ellos, obediencia a reglas en casa y actitud ante extraños, estructura y composición de la familia (nuclear, monoparental, etc.; número de hijos, posición del pequeño entre los hermanos), estilos de crianza (sobreprotector, autoritario, permisivo, asertivo).
• Cruce de datos obtenidos con este cuestionario, el cuestionario aplicado a los cuidadores y las observaciones iniciales (situación del extraño). Además, se analizan los factores relevantes en la historia familiar del pequeño, las habilidades con las que cuentan los padres para fomentar conductas pro sociales en los niños.
5) Entrenamiento padres/cuidadores en enseñanzas de habilidades pro sociales en niños
• Conferencia acerca de los factores asociados con conductas agresivas en niños (imitación y no planteamiento de límites en el hogar). También se presentarán las habilidades pro sociales en niños (desarrollo y mantenimiento), indicándoles algunas de las habilidades pro sociales requeridas en un ambiente escolarizado con base en las 40 habilidades presentadas por Mc Ginnins y Goldstein (s.f), a saber:
1. Escuchar.
2. Hablar amablemente.
3 .Dar las gracias.
4. Pedir ayuda.
5. Pedir un favor.
6. Seguir instrucciones.
7. Saludar a otros.
8. Unirse al grupo.
9. Esperar su turno.
10. Compartir.
11. Ofrecer ayuda
Explicación de los procedimientos para moldear y mantener conductas pro sociales.
-Modelamiento (aprendizaje por imitación).
-Juego de roles (niños realicen actuaciones tanto en el papel de emisores de conductas pro sociales como de receptores; además, actúe como receptor de conductas agresivas).
-Retroalimentación sobre su desempeño en juego de roles.
-Entrenamiento de transferencia de conductas. Se diseñen ambientes o situaciones parecidas a aquellos en las que se adquirieron las conductas, se refuercen las conductas emitidas en otros lugares con reforzamiento continuo y después intermitente.
Aportaciones
En el presente trabajo, y a diferencia de la mayoría que se consultaron, se reporta no solo el problema si no también la intervención detallada del mismo.
También se presenta la intervención tanto en los niños como en los padres y/o cuidadores. Sin descuidar a ninguno de los dos factores implicados, también a diferencia de los trabajos revisados.
Se hizo una reestructuración de la situación del extraño y la correlación de instrumentos diseñados para niños mexicanos y la validación de las fases de observación e intervención debido a la translocación a situaciones reales.
El estudio e intervención pueden replicarse una vez enseñadas por los expertos.
Discusión
En esta investigación no solo reporta el problema al que se enfrenta el investigador como suele hacerse en los artículos de conductas de apego y aquellos relacionados con conductas agresivas (Centre for Parenting & Research, n.d; Lara, et Al, 1994), también se hace una descripción detallada de la posible intervención y como ya se mencionó, tanto el estudio como la intervención, pueden ser replicados. Así mismo, el lector puede apreciar que hay una propuesta tanto para los niños y sus padres como para los cuidadores, sin dejar de lado alguno de los dos factores implicados provocando que la intervención sea más completa y sin descuidar factores que son de vital importancia.
En cuanto a la estructuración de la situación del extraño y la correlación de instrumentos que fueron diseñados, estos han sido adaptados para niños mexicanos provocando así que no hubiese alteración alguna por características de nacionalidad. Además existe una validación de las fases de observación e intervención ya que se procuró que existiera una translocación a situaciones reales; haciendo que no solo se aprenda en la fase de entrenamiento sino que se apliquen a situaciones reales ajenas a la institución.
De igual manera la retroalimentación planeada en la fase de intervención, de las conductas o actitudes que pueden probabilizar la emisión de conductas agresivas y del desempeño adecuados o esperado, se presenta como una ventaja crucial en la funcionalidad de esta; ya que de esta forma tanto padres como cuidadores y los propios niños, podrán percatar de cuáles son estas conductas y de qué forma disminuirlas o en el mejor de los casos erradicarlas.
Es necesario mencionar que la propuesta de intervención puede tener algunas desventajas, la primera limitación involucra el tiempo permitido a los investigadores para realizar la intervención, debido a que este podría ser no suficiente para lograr el desarrollo correcto de cada uno de los puntos descritos anteriormente; la limitación surge a partir de que los niños que se encuentran en la estancia infantil tienen programadas las actividades que se realizarán por día, por lo que es necesario que se establezcan acuerdos con la institución para que de esta manera no hayan afectaciones a las actividades estructuradas institucionalmente.
La segunda desventaja se encontraría en una de las actividades planteadas en la propuesta de intervención, ya que se considera que en la observación de los cuidadores ante situaciones reales, como el salón de clases, puede verse influida por la presencia de los investigadores, es decir, afectando la manera en que el cuidador suele comportarse en el salón de clases. Ante esta situación se propone que al menos solo uno de los investigadores realice esta observación.
En cuanto a la actuación de rol playing puede que no se obtengan los resultados esperados cuando el cuidador sea expuesto a las situaciones reales, puesto que se considera que la retroalimentación si bien puede ser una ventaja, no solo se necesita de ésta para que los cuidadores puedan aplicar lo aprendido, sino que debe de haber un seguimiento por parte de los investigadores para comprobar que efectivamente se está ejerciendo lo aprendido durante la fase de intervención.
Finalmente la última desventaja que se encuentra es la dificultad de que los padres sean observados con sus hijos en situaciones reales; generalmente los padres se encuentran trabajando y no conceden tiempo extra a actividades con sus hijos. Ante esta situación se propone acordar con los padres un horario específico que no afecte sus actividades.
Por medio del análisis de los resultados obtenidos, se concluye que la propuesta descrita en este trabajo proporciona información acerca de la relación entre estilos de apego y conductas agresivas, gracias a la metodología diseñada para niños mexicanos que se encuentran en estancias infantiles; además, como el lector ha podido identificar, los resultados fueron utilizados para diseñar una intervención que incluyera un componente informativo y uno de ejecución, en la que se hizo una descripción detallada de los aspectos relevantes en la prevención de emisión de conductas agresivas y en la modificación de estas (en el caso de estar presentes), es decir, aquellas técnicas de moldeamiento, modelamiento, rol playing y reforzamiento de nuevas habilidades (conductas). Cabe señalar la introducción de la retroalimentación del desempeño de los cuidadores, padres y niños en las situaciones rediseñadas de la situación del extraño y ensayo conductual debido a que de esta forma se garantiza el seguimiento de las actividades programadas por parte del psicólogo (compromiso del psicólogo educativo).
A partir de los resultados obtenidos se puede concluir entonces que la hipótesis planteada fue cumplida, ya que al realizar el análisis de resultados nos pudimos percatar de que efectivamente las conductas agresivas se hacían presentes dependiendo del tipo de apego que los niños presentaran, siendo el apego seguro el que presento conductas agresivas. Es importante mencionar que la propuesta presentada en este escrito proporciona información suficiente de la relación existente entre los estilos de apego y conductas agresivas, esto debido a que la metodología fue diseñada para niños mexicanos que se encuentran en estancias infantiles.
Finalmente se concluye que la eficacia de la propuesta de prevención es que incluye a todos los elementos involucrados en el desarrollo de apego seguro sin que se promueva el desarrollo de conductas agresivas, tales como: imitación de conductas pro sociales de modelos (cuidadores primarios y secundarios), seguridad proporcionada por el padre para la exploración del medio, la expresión de conductas de apego, la reducción de ansiedad ante el alejamiento del cuidador, etc.
Cabe mencionar también que los datos que fueron recolectados pueden ser insuficientes para que se puedan generalizar estos resultados, por lo que se sugiere que se realicen estudios posteriores para corroborar dicha información.
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