PsicoEducativa: reflexiones y propuestas

Vol. 2, Núm. 3, 2016

Conducta de apego en niños de guardería en relación al cuidado y afecto de sus educadoras

Carlos Aarón Moya Guel (*) aaron.moya.guel@gmail.com
Jesús Néstor Pérez Tehoyotl (*) jessnestor11@hotmail.com
Yusuri Wendolin Ramírez Pérez (*) yuswenlove1rp@gmail.com

*Estudiante de la carrera de Psicología de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, UNAM
Cómo citar este texto: Moya, C. A., Pérez, N. J. y Ramírez , Y. W. (2016). Conducta de apego en niños de guardería en relación al cuidado y afecto de sus educadoras. PsicoEducativa: reflexiones y propuestas, 2(3), 9-15.


RESUMEN

El objetivo de este trabajo fue establecer una relación entre los diferentes tipos de apego existentes en los niños observados con respecto a las técnicas y métodos de cuidado y enseñanza utilizadas por sus educadoras en su interacción con ellos; basándose en los tipos de apego marcados en la teoría: apego seguro y resistente, apego inseguro y resistente, apego inseguro y elusivo y finalmente apego inseguro desorganizado.
Mediante el método de la situación del extraño, usado típicamente en el estudio del apego, se observaron a dos niños, cada uno con su educadora, y gracias a este procedimiento se pudo determinar que ambos infantes poseen un apego seguro hacia ellas, debido a las respuestas positivas generadas hacia el adulto tales como alegría al verlo y confianza para hablar tanto con la educadora como con el adulto extraño, así como conductas exploratorias en presencia de un adulto. Sin embargo, al momento de encontrarse solos, los niños mostraron conductas diferentes debido al tipo de relación que mantienen tanto con sus padres como con sus educadoras.
Es por esto que se concluye que la formación de un apego seguro depende no solamente del cumplimiento de las necesidades de cuidado y atención del niño, sino también del tipo de relación afectiva y protectora que pueden brindar los adultos cercanos al infante, haciéndoles sentir queridos y seguros de que se les tratará con cariño y protección en todo momento y brindándoles la confianza necesaria para realizar sus actividades.

Palabras clave: Tipos de Apego, Métodos de Cuidado, Métodos de Enseñanza, Situación del Extraño.


1. INTRODUCCIÓN

Propósito

El propósito de este artículo es informar acerca de los hallazgos obtenidos al realizar una evaluación de las conductas de apego en niños de guardería en relación a sus educadoras, de acuerdo a la manera en que los infantes se relacionan con ellas y con base en sus métodos de cuidado y enseñanza. Gracias a lo encontrado, se elaboró una propuesta que puede mejorar las relaciones de apego en los niños con respecto a los adultos con los que convive y, por consiguiente, propiciaría las conductas de confianza y seguridad necesarias para su óptimo desarrollo.

Presentación de la problemática

La teoría del apego surge en los años 50 y puede considerarse como un hito fundamental para la psicología contemporánea, alejándose de los planteamientos teóricos psicoanalíticos, que habían considerado que el estrecho vínculo afectivo que se establecía entre el bebé y su madre era un amor interesado que

surgía a partir de las experiencias de alimentación con la madre.

El apego (o vínculo afectivo) es una relación especial que el niño establece con un número reducido de personas. Es un lazo afectivo que se forma entre él mismo y cada uno de estos individuos, un lazo que le impulsa a buscar la proximidad y el contacto con ellas a lo largo del tiempo. Es, sin duda, un mecanismo innato en el que la necesidad biológica del niño de estar acompañado al adaptarse al medio que lo rodea lo impulsa a buscar seguridad en este proceso (Grossmann y Grossmann, 2007). De igual manera, el apego puede referirse como la búsqueda de seguridad recurriendo a una figura poderosa, y cuyo origen filogenético residiría en la protección frente a depredadores y a agresiones. Por ello, la evaluación del apego podría ser realmente predictiva cuando se aborda en contextos de peligro, no en las interacciones cotidianas, puesto que es en casos de riesgo (enfermedades, caídas, separaciones, peleas con otros niños...) donde el apego parece activarse (Galán, 2010). La conducta de llorar es uno de los principales mecanismos biológicos e innatos por el que se produce la llamada o reclamo de la figura de apego. Más adelante, cuando el niño adquiere nuevas capacidades verbales y motoras, no necesita recurrir con tanta frecuencia al llanto. Una adecuada relación con las figuras de apego conlleva sentimientos de seguridad asociados a su proximidad o contacto; mientras que su pérdida, real o imaginaria, genera angustia.

Jonh Bowlby es uno de los autores que más interés ha mostrado en hablar sobre el apego, incluso propuso un modelo, en el cual señala que existen cuatro sistemas fundamentales que son: el sistema de conductas de apego, el sistema de exploración, el sistema de miedos a los extraños y el sistema afiliativo (Oliva, 2004):

*Sistema de conductas: se refiere a todas aquellas conductas que están al servicio del mantenimiento de la proximidad y el contacto con las figuras de apego (sonrisas, llantos, contactos táctiles, etc.).

*Sistema de exploración: está estrechamente relacionado con el sistema de conductas de manera incompatible, ya que cuando aparecen las conductas de apego disminuyen las conductas de exploración.

*Sistema de miedo a los extraños: este también muestra relación con los anteriores ya que su aparición supone la disminución de conductas exploratorias y el aumento de conductas de apego.

*Sistema afiliativo: se refiere al interés que muestran los individuos por mantener proximidad e interactuar con otros sujetos, incluso con aquellos que no han formado vínculos afectivos.

En estas relaciones, el niño tiene una sensación de seguridad y cuidado en presencia del adulto con el que mantiene el vínculo, lo cual es importante en su formación y manejo de emociones fuertes, así como el desarrollo en sus habilidades de establecer relaciones. Los niños con relaciones de apego funcionales aprenden a comunicarse correctamente, al igual que negociar y cooperar con sus iguales. Con el apego, el niño siente que sus necesidades físicas serán notadas y atendidas por el adulto, tienen la confianza para demostrarles sus sentimientos y pueden explorar su entorno libremente sabiendo que el adulto los respaldará cuando ellos lo necesiten. En cambio, los niños con relaciones inseguras con las figuras adultas no tendrán la seguridad de explorar su entorno y se quedarán cerca de ellos para sentirse seguros y para que cubran sus necesidades físicas en todo momento (Wittmer, 2011).

Se debe aclarar que el vínculo de apego no debe entenderse como una relación de la madre o el padre con
respecto a su hijo ni tampoco como un vínculo demasiado proteccionista por parte de la madre hacia el bebé, sino como la construcción de una relación afectiva en los procesos cognitivos del infante, en la que la atención y los cuidados de la madre en las primeras etapas (el niño se siente atendido en sus necesidades), va a propiciar la paulatina adquisición, desde una plataforma emocional adecuada, de los diferentes aprendizajes y, por tanto, de los primeras conductas autónomas.

Existen dos niveles de relaciones de apego, apego primario en la que los niños generan este vínculo con los adultos más próximos a su alcance (generalmente madre y padre); y el apego secundario, donde estas relaciones se suscitan en personas externas que no tienen un contacto tan constante con el infante, tales como abuelos, tíos, maestros o cuidadores. Según Kassamali y Amin (2014) es indispensable que el niño tenga al alcance sus figuras de apego desde su nacimiento hasta la edad de dos años para que este vínculo se forje correctamente y el infante realice sus actividades positivamente durante y después de este tiempo.

De igual manera existen diferentes tipos de apego, el apego seguro que se caracteriza por las respuestas positivas que el niño genera en su relación con los adultos; apego inseguro y resistente, en el cual el niño se muestra inseguro al momento de explorar su ambiente y es muy renuente a separarse de sus padres; apego inseguro y elusivo, en el cual el infante ignora o evita la presencia del adulto; y finalmente el apego inseguro desorganizado, en el cual el niño muestra una conducta impredecible, y muestra miedo y confusión junto a los cuidadores (Brotherson, 2005).

Autores como Murray, Stevenson-Hinde y Marris (1991) indican que el vínculo del apego puede desarrollarse adecuadamente durante los primeros años de vida del individuo, pero que puede desestabilizarse debido a cuestiones que afecten el entorno en el que el niño se desenvuelve, tales como madres deprimidas. Uno de los supuestos más importantes de esta teoría es que, si el niño recibe un cuidado y protección sensibles y duraderos, además de darle confianza para realizar sus actividades, le servirá como modelo a seguir en sus relaciones futuras con otras personas en la adultez, así como un ejemplo de conducta con sus futuros hijos (Gleen, Holland, Fortuna, Fraley y Clausell, 2007).

Es por esto que se considera importante analizar las relaciones que los padres mantienen con sus hijos, para que de esta manera se evalúe si éstas son adecuadas para la protección y el desarrollo óptimo del infante y así en su vida adulta sea capaz de manejar sus relaciones con propiedad e incluso aplicar las mismas conductas con sus propios hijos. Un estudio realizado por Zayas, Mischel, Shoda y Aber (2011), comprobó que el cuidado materno temprano tiene una repercusión importante en el desarrollo del niño, este impacto se hace evidente especialmente cuando el niño ya es adulto, sus conductas de apego hacia las personas les genera incomodidad, con sus compañeros de trabajo les genera un sensación de ansiedad. Con esto se puede comprobar empíricamente que el apego tiene una influencia en el desarrollo del niño como persona adulta.

Presentación del problema específico

Teniendo en cuenta los diferentes tipos de apego que pueden formarse en los niños (apego seguro, apego inseguro y resistente, apego inseguro y elusivo y apego inseguro desorganizado); se buscaría establecer una relación entre las técnicas y métodos de cuidado y enseñanza que sostienen las educadoras de guardería al ejercer su labor y los tipos de apego que desarrollan los infantes de acuerdo a la manera en la que las educadoras han interactuado con ellos a lo largo de su estancia en la mencionada institución.

2. MARCO CONCEPTUAL

Perspectiva

Como ya se mencionó en la literatura revisada, existen diferentes tipos de apego: el apego seguro caracterizado por las conductas positivas que el niño mantiene durante en su relación con los adultos con los que forma el vínculo afectivo; apego inseguro y resistente, en el cual el niño no tiene la confianza y seguridad suficiente al momento de explorar su ambiente, por lo que prefiere mantenerse a una distancia corta de sus padres; apego inseguro y elusivo, donde el infante trata de ignorar o de evitar la presencia del adulto debido a que éste no le genera confianza; y finalmente el apego inseguro desorganizado, en el que el niño muestra una conducta impredecible y manifiesta miedo y confusión junto a los cuidadores (Brotherson, 2005).
Al hablar del segundo nivel de apego en niños se está refiriendo al que se genera en relación a los adultos que no han mantenido una relación estable e ininterrumpida con el niño desde su nacimiento, como son tíos, abuelos y otros familiares; así como maestros, cuidadores y educadores con los que el individuo tiene la posibilidad de convivir cuando asiste a instituciones como guarderías debido a la incapacidad de los padres de cuidarlos por razones laborales principalmente. El apego con estos adultos es muy importante dado que ellos no representan un vínculo familiar y son las primeras figuras externas y “extrañas” con las que el individuo se relaciona. A esto se suma el hecho de que al ingresar a estas instituciones, el infante comienza así su formación personal y académica, ya que es en estos lugares donde realiza actividades para conocer su entorno, personas diferentes a él y así mismo empieza a revisar contenidos educativos y con una enseñanza de índole académica.

Causas del problema

Ahora bien, el hecho de que el individuo desarrolle uno u otro de estos tipos de apego dependerá en mayor medida de la manera en la que se relacione e interactúe con los adultos alrededor de él. Si el niño mantiene una relación estable y duradera en la cual el adulto, en primera instancia, responda a las necesidades básicas del infante y su presencia garantice la seguridad y bienestar del mismo, y además le dé la libertad de explorar su entorno y generar nuevo conocimiento con su supervisión y cuidado; el niño podrá desarrollar cualidades de desarrollo tales como un buen manejo de sus emociones, de sus relaciones con otras personas y niños, así como un sentimiento de confianza y seguridad para el adulto y para el momento de realizar sus distintas actividades (Wittmer, 2011).

Sin embargo, en cuestiones pedagógicas, así como de cuidado y crianza, las educadoras mantienen creencias, estilos y métodos diferentes entre cada una de ellas, debido a las distintas edades que tienen y a las técnicas en las que han sido instruidas y que varían con el paso del tiempo. Se cree que esto puede influir en la generación del apego en los niños, puesto que dependiendo de las condiciones en las que se lleve a cabo la relación entre ambos, y sobre todo los métodos empleados por las educadoras al momento del trato e interacción con los infantes, éstos desarrollarían ciertos tipos de apego y distintos sentimientos hacia sus educadoras.

Por lo tanto, se pretende realizar un estudio de observación enfocándose en las relaciones e interacciones que mantienen los niños con sus educadores en sus salones de clase en guarderías, con el objetivo de analizar los tipos de apego que los niños desarrollan con respecto a sus educadoras, de acuerdo al método de cuidado e interacción empleado por cada una de ellas.



3. PLANTEAMIENTO

Método

Participantes.

Colaboraron dos educadoras, de 43 y 37 años respectivamente. Junto a ellas participaron dos niños: un niño de dos años y una niña de dos años y siete meses. En el procedimiento también se involucró uno de los investigadores de este estudio, el cual fungió en la labor del “extraño”, situación que se explicará posteriormente.

Situación Experimental.

La observación se realizó dentro de las instalaciones del CENDI, en una habitación pequeña diseñada para el trabajo individual entre los niños y personal pedagógico del centro. Las medidas de la habitación eran de un metro de ancho por tres de largo, y dentro de ella se encontraba un sillón mediano y una maceta con una planta. De igual manera, la habitación tenía dos ventanas de 60 centímetros de ancho por dos metros de largo; en una de ellas los observadores podían ver lo que acontecía dentro de la habitación durante la realización de la actividad. La otra ventana arrojaba una vista al patio que se encontraba fuera de la habitación. También se encontraba una silla pequeña de madera.

Materiales e Instrumentos.

Se utilizó un registro observacional especial para la situación del extraño, el cual estaba dividido de acuerdo a las fases que conforman este método de análisis de la conducta de apego que se explicará posteriormente. Así mismo se utilizó una pluma para realizar las anotaciones en dicho registro, así como para escribir las respuestas que las educadoras proporcionaron ante las preguntas que se les hicieron.

Variables.

Se considera como variable independiente el tipo de apego que los niños demuestran al momento de la realización de la dinámica.

Como variable dependiente se retomarán los métodos de cuidado y atención que las educadoras han ejercido a lo largo de su relación con los niños.

Diseño.

Se utilizó un diseño no experimental transversal, ya que no se realizó ninguna intervención para modificar alguna variable en el entorno en el que se trabajó, ya que solamente se observaron conductas y las variables que intervenían en ellas en un momento específico.

Procedimiento.

Se observó en primer lugar a la educadora de 37 años, quien trabajó junto a la niña de dos años y siete meses. Antes de comenzar la actividad se le realizaron preguntas acerca de cómo realiza su trabajo de cuidar, atender y educar a los niños con quien trabaja. Posteriormente comenzó la dinámica de la situación del extraño, la cual se describirá en la siguiente sección.

Al terminar esta dinámica se cuestionó de nuevo a la educadora acerca de su trato y relación específicos con la niña con la que participó. De igual manera se le preguntó acerca de cómo definiría la conducta y personalidad de la niña y cómo juzga su relación con otros adultos (padres, familiares o personal del centro educativo) de acuerdo a lo que ha podido observar a lo largo de la estancia de la niña en el CENDI.

Se repitió el mismo procedimiento al trabajar con la educadora de 43 años junto al niño de dos años.

Una de las causas por las que se eligió este método es que al terminar la observación se siguen tres pautas para describir a los niños que han pasado por este procedimiento:

Pauta A: Los niños incluidos en esta pauta se describen como inseguros-rehuyentes. Muestran poca angustia ante la separación y cuando el adulto vuelve tienden a evitarla.

Pauta B: Se consideran que tienen un apego seguro con el adulto. Se sienten lo suficientemente seguros para explorar libremente durante los episodios antes de la separación. Muestran angustia cuando el adulto se va y reaccionan con entusiasmo cuando vuelve.

Pauta C: Se denominan inseguros-ambivalentes. El infante da muestra de angustia a lo largo de todo el procedimiento, especialmente durante la separación. Las reuniones con quien le cuida producen una mezcla de liberación al verlo y enfado dirigido a él.

Esta clasificación permite identificar claramente los tipos de apego que los niños mantienen de acuerdo a las conductas observadas en su interacción con el sujeto extraño y con las educadoras. Al mismo tiempo, las preguntas que se les hicieron a las educadoras ayudan a conocer sus métodos de cuidado y relación que ejercen con los infantes, los cuales pueden afectar en mayor o menor medida al vínculo afectivo de los infantes de acuerdo a las observaciones hechas.

Obtención de datos

Situación del extraño: método utilizado para evaluar la conducta de apego en niños.

Participaron tres psicólogos, dos observadores y uno más que fungió como el “extraño”. Este procedimiento consta de ocho fases, las cuales involucraron ingresos y salidas esporádicas de una habitación por parte de las educadoras y de los psicólogos, dejando al niño solo en la habitación en algunas fases y en otras en compañía del psicólogo “extraño” o con la educadora. A continuación se presenta el seguimiento de las fases y su desarrollo:

Tabla 1: Descripción de la situación del extraño.

Resultados

Las observaciones realizadas por el primer psicólogo son las siguientes.

Tabla 2: Observaciones del primer psicólogo.

Como se puede observar en la tabla que ilustra las anotaciones de cada fase, la niña mantiene una confianza adecuada con la educadora, confianza que se traslada al momento de conocer y hablar con la extraña, con quien mantuvo una charla tranquila y larga. Sin embargo al momento de quedarse sola, se muestra activa explorando un poco el lugar, sin embargo también actúa un poco a la expectativa de que alguna persona entre al lugar donde ella está, tratando de ver a alguien por la ventana o por la puerta.

En cuanto al trabajo con la segunda educadora y el niño, el primer observador notó:

Tabla 3: Observaciones del segundo psicólogo.

Cabe destacar el cambio abrupto que presentó la conducta del niño al momento de quedarse solo, pues su confianza y seguridad para realizar su exploración se vieron disminuidas al encontrarse solo y sin ayuda para explorar, por lo que prefirió quedarse recostado y tranquilo, esperando a que alguien volviera para retomar su conducta activa, lo cual sucedió al momento de estar acompañado de nuevo y permaneció por el resto de la actividad, al igual que las fases anteriores al aislamiento temporal.

Análisis de los Resultados.

Hablando en primera instancia de la educadora de 37 años, quien trabajó junto a la niña de dos años y siete meses; ella reporta que el método que emplea para el cuidado y atención con los niños es dejar que desarrollen cierta independencia y autonomía, para que sean sociables y realicen sus actividades por su cuenta. Sin embargo, se considera a sí misma como una educadora sensible y cariñosa, reflejo de su actitud como madre, pues menciona que trata a sus niños como a ella le gustaría que otras personas trataran a sus propios hijos. Cuando un niño tiene una mala experiencia, se asusta o le sucede algún incidente, la educadora menciona que trata de calmarlos y explicarles la situación, y si el niño no responde lo retira del lugar para calmarlo de una manera más cómoda y aislada.

La educadora también reporta que la niña con quien trabajó tiene una actitud muy activa y sociable, lo cual considera es resultado de las relaciones cercanas que la infante mantiene con sus padres y su familia nuclear, lo cual ha fomentado el desarrollo de confianza hacia otras personas como educadores y personal del centro educativo.

En cuanto a la conducta de apego observada en la niña durante la práctica, se deduce que se incluye dentro de la pauta B, es decir apego seguro en presencia del adulto, ya que durante las fases en las que la educadora se encontraba presente, la niña se mostró en confianza de hablar con ella, así como en los momentos donde se encontraba el sujeto extraño, ya que la niña mostraba confianza y seguridad en hablar con la extraña y entablar una relación con ella. Sin embargo, cuando la niña se quedó sola en la habitación se mostró más activa, explorando un poco la habitación pero a la espera de que un adulto regresara con ella.

Con esto se puede concluir que debido a la conducta de cuidado y la atención cercana, amable y cariñosa que la educadora ha brindado a la niña a lo largo de su relación, la infante siente la confianza tanto de establecer relaciones con desconocidos, como de explorar su entorno y realizar ciertas actividades sin la presencia de la figura adulta; sin embargo tiende a esperar la llegada o presencia de dicha persona para sentirse completamente segura dentro de su entorno y poder realizar las actividades deseadas.

En cuanto a la segunda educadora, de 43 años de edad, quien trabajo con el niño de dos años, ella también considera que la mejor manera de que el niño se desarrolle es dándole la libertad de explorar su entorno y realizar sus actividades independientemente y de manera autónoma. Sin embargo, sus conductas de cuidado y reacción ante incidentes o problemas con los niños son diferentes, pues ella se considera a sí misma como una educadora más seria y alejada de los niños, atendiéndolos al instante del incidente y brindándoles seguridad y calma, pero por un período corto de tiempo, para después volverlos a integrar lo más pronto posible, sin mayores cuidados más que los necesarios y sin tanta sensibilidad y cariño, a diferencia de la primera educadora.

La educadora también menciona que el niño tiene una conducta sociable e incluso inquieta, se adapta a sus entornos con facilidad pero se debe trabajar en su seguimiento de instrucciones. Ella cree que esto se debe a que sus padres son jóvenes y no estimulan mucho el desarrollo del lenguaje y la socialización del niño, quien todavía no ha desarrollado los principios del lenguaje.

En cuestión a las conductas observadas durante la práctica, el niño también entra en la categoría de la pauta B, es decir apego seguro en presencia del adulto, ya que durante las fases donde la educadora y la extraña se encontraban presentes se pudo observar la conducta activa e inquieta del niño, dispuesto a observar y explorar constantemente su entorno, sabiéndose seguro en la presencia y la ayuda de la figura adulta. Esto cambió radicalmente cuando el niño permaneció en la habitación sin la presencia de ninguna figura adulta, pues su conducta activa de exploración desapareció y se recostó en el sillón de la habitación, por lo que su confianza y seguridad para realizar sus actividades no estaban presentes sin el adulto acompañándolo.

De este modo puede decirse que el niño mantiene una conducta activa, segura y confiada gracias a la libertad y seriedad que la educadora le otorga, pero sin dejar de lado su apoyo en la realización de sus actividades de exploración de su ambiente y su relación con otros. Sin embargo, el hecho de que este cuidado y apoyo no es constante ni cercano por parte de la educadora, el infante no se siente seguro de realizar sus actividades sin la presencia de una figura de apoyo.

Con estas observaciones y su respectivo análisis pueden concluirse dos cosas. En primer lugar que la mezcla de las relaciones de apoyo a la independencia y la autonomía de los niños al momento de realizar sus actividades, junto con la atención y el cuidado que se les brinda al momento de problemas o incidentes, hacen que los niños creen un vínculo afectivo positivo con sus educadoras, pues en presencia de ellas los infantes tienen la confianza, seguridad y apoyo al momento de desenvolverse en su entorno; mientras que al momento de encontrarse solos, estas conductas tienden a disminuirse y muestran relativa inseguridad.

En segundo lugar, las diferencias en el trato y cuidado ante amenazas o peligros para el niño provocan conductas diferentes en los infantes. Esto se nota al momento de dejar a los niños aislados en la habitación, pues la niña, quien recibe un trato más amable y afectivo por parte de la educadora, mostró cierta curiosidad al querer explorar su entorno; mientras que el niño, quien es cuidado de manera más seria y sin el afecto y cariño que recibe la niña, elimina sus conductas activas y las reemplaza por conductas pasivas que representan un estado seguro sin la presencia del educador.

Solución del caso

Como ya se sabe, las relaciones de apego positivas fomentan diversas conductas en los niños adecuadas para su desarrollo personal y social, tales como sentimientos de seguridad y cuidado en presencia de la figura adulta con la que se mantiene el vínculo afectivo, lo cual fomenta la formación y manejo de emociones fuertes, así como el desarrollo en sus habilidades para establecer relaciones con personas desconocidas o con las que tienen poco contacto. De igual forma aprenden a comunicarse de manera asertiva, así como a negociar y cooperar con sus iguales. Con el apego seguro, el niño también siente que sus necesidades serán notadas y atendidas por el adulto, tienen la confianza para demostrarles sus sentimientos y pueden explorar su entorno libremente y con la confianza de que el adulto los respaldará cuando ellos lo necesiten.

De igual manera, gracias a las observaciones realizadas en el trabajo de campo, así como los reportes verbales que las educadoras realizaron, se pudieron atestiguar las ventajas que conllevan los vínculos afectivos positivos con los padres y educadoras, al igual que una actitud afectiva y cariñosa por parte de éstas últimas en sus relaciones con los niños; pues ambos aspectos fomentan un apego seguro más complejo y con niveles de confianza y estabilidad más altos.

Por lo tanto, se propone una intervención basada en talleres y charlas dirigidos por separado tanto a padres de familia como a educadoras y personal del plantel, en los cuales se tendría el objetivo de generalizar las conductas de confianza y seguridad en los niños al momento de relacionarse con otros adultos mediante el desarrollo de un apego seguro en el que las educadoras, además de cubrir las necesidades de cuidado de los niños, les otorguen cierta independencia al momento de realizar sus actividades, además de un cariño y afecto considerable que estimulen emociones positivas y confianza para entablar relaciones con extraños.

En cuanto a los padres, se les ilustraría acerca de la importancia de estimular las habilidades sociales de sus hijos gracias a una relación más cercana y compleja con ellos, donde exista en primera instancia el completo reconocimiento y resolución de las necesidades de cuidado y atención del infante, además de un cariño y afecto constante que ayude al desarrollo de emociones positivas en el niño y que fomente la confianza e iniciativa para comenzar nuevas relaciones con personas desconocidas. También es importante la estimulación del lenguaje y de las actitudes de interés por explorar nuevos ambientes, conocimientos y actividades.

El objetivo de la propuesta de prevención del presente trabajo es generalizar las conductas de confianza y seguridad en los niños al momento de relacionarse con otros adultos mediante el desarrollo de un apego seguro en el que las educadoras, además de cubrir las necesidades de cuidado de los niños, les otorguen cierta independencia al momento de realizar sus actividades, además de un cariño y afecto considerable que estimulen emociones positivas y confianza para entablar relaciones con extraños.



Aportaciones

Con la constante realización de las conductas que se planean instruir en la intervención, el niño podrá desarrollar habilidades para su desarrollo individual y social, tales como formar vínculos afectivos de manera más sencilla frente a nuevas relaciones, debido a la confianza que tendrá para hacerlo y a la predominancia de sus emociones positivas gracias a sus relaciones adecuadas con sus figuras de apego primaras. De igual manera tendrá una mayor seguridad al momento de realizar actividades novedosas sin la dependencia u otras actitudes negativas causadas por un apego inseguro o el impedimento de conductas que fomentan el desarrollo del infante.

Discusión

La propuesta elaborada permite informar a las personas involucradas en el desarrollo educativo y personal del niño, como son sus padres, educadoras y personal de las instituciones educativas, sobre las ventajas que tiene un vínculo afectivo seguro y prolongado sobre el proceso de crecimiento del infante. Una adecuada instrucción sobre las distintas características de los diferentes tipos de apego y sus consecuencias puede alertar y fomentar a los padres en la aplicación de métodos que creen en el niño confianza, seguridad y habilidades sociales, todas indispensables en su vida cotidiana actual y futura.

Sin embargo, se sabe que la cultura de prevención y atención adecuada y profunda a los problemas sociales no está arraigada en la sociedad mexicana, dándose una gran indiferencia ante éstos. Por estas razones, sería difícil lograr un impacto y una intervención considerable que cambiara las condiciones en las que los niños se relacionan con las distintas figuras adultas con las que conviven.

Una manera en la que se lograría una influencia adecuada sobre los procesos educativos y de formación de apego de los niños sería reglamentar estos talleres e instrucciones en los procesos legales y burocráticos de las instituciones educativas, es decir que fueran parte de las actividades académicas que los padres y educadoras tuvieran que realizar. De esta manera se tendría una actitud diferente ante estos temas y estas situaciones, ayudando a que desapareciera la indiferencia existente en estas condiciones y la enseñanza de estos aspectos tendría una mayor atención, consideración y, por consiguiente, mayor influencia en los procesos formativos de los niños.


4. CONCLUSIÓN

Se puede determinar que los métodos de cuidado y enseñanza de las educadoras, aunado a una relación en la que el cariño, el afecto y la protección sean aspectos de mayor importancia, son determinantes para que el niño forme relaciones de afecto positivas, fuertes y duraderas que le permitan formular conductas que mejoren su conocimiento y aprendizaje; tales como la confianza y seguridad para comenzar relaciones con diferentes adultos y para explorar su entorno despertando su curiosidad e interés por lo que le rodea, además de autonomía al realizar sus actividades. Todas estas habilidades desarrolladas por el infante fomentarán el desarrollo adecuado en sus años posteriores en las esferas cognitiva y social y creará mejores condiciones para dicho proceso.
El hecho de que estos hallazgos puedan ser reconocidos y retomados por las personas que están involucradas directamente en el desarrollo de los niños, como los padres de familia y las educadoras, puede provocar que sus métodos y la manera en la que se relacionan con los infantes sean los adecuados para propiciar un desarrollo completo y eficiente en el niño, y que de esta manera estos individuos crezcan con mayores y mejores habilidades que les permitirán llevar sus propias experiencias y relaciones de la mejor manera posible.

5. REFERENCIAS

Brotherson, S. (2005). Understanding attachment in young children. NDST Extension Service. Recuperado de: https://www.ag.ndsu.edu/pubs/yf/famsci/fs617.pdf

Galán, R. (2010). El apego, más allá de un concepto inspirador. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, 30(4), 581-595.

Gleen, I., Holland, A., Fortuna, K., Fraley, C. & Clausell, E. (2007), The adult attachment interview and self-reports of attachment style: an empirical rapprochement. Journal of Personality and Social Psychology, 92(4), 678-697.

Grossmann, K. & Grossmann, K. E. (2007). Impacto del apego a la madre y al padre durante los primeros años, en el desarrollo psicosocial de los niños hasta la adultez temprana. Enciclopedia sobre el Desarrollo de la Primera Infancia, 8-14.

Kassamali, N. & Amin S. (2014). Factors that affect attachment between the employed mother and the child, infancy to two years. Procedia - Social and Behavioral Sciences, 159, 6–15.

Murray, C., Stevenson-Hinde, J. & Marris, P. (1991). Attachment across life cycle. United States: Routledge.

Oliva, A. (2004). Estado actual de la teoría del apego, Revista de Psiquiatría y Psicología del Niño y del Adolescente, 4(1), 63-81.

Wittmer, D. (2011). Attachment: what works? Recuperado de: http://csefel.vanderbilt.edu/resources/what_works.html

Zayas, V., Mischel, W., Shoda, Y., Aber, J. (2011). Roots of adult attachment: maternal caregiving at 18 months predicts adult peer and partner attachment. Social Psychological and Personality Science, 2(3),289-297.