Vol. 5, Núm. 9, 2019
El apego
Papalia (2005) define el apego como “el vínculo reciproco y perdurable entre el niño y el cuidador cada uno de los cuales contribuye a la calidad de la relación”. Esta es una definición conservadora en tanto refiere al primer apego, el cual sucede en la infancia y desata mecanismos evolutivos que garantizan la probabilidad de sobrevivir; tal es el caso del apego seguro, en el que llora y busca activamente a su cuidador hasta su retorno. Sin embargo, hablamos que el apego es un vínculo recíproco, razón por la cual los cuidadores también desarrollan apegos seguros mostrándose sensibles y afectuosos en sus relaciones con el infante (Delgado, 2004), esta clase de relaciones permiten el desarrollo emocional positivo, e inclusive se cuenta con evidencia para sostener que éste permite una alta inteligencia emocional.
Así pues en la infancia (y asociado al apego) se han documentado algunos eventos como la base segura, que consiste en la exploración del infante tomando como punto de apoyo emocional al cuidador. En contraste, también existe el apego evasivo, que consiste en el desprendimiento del infante de su cuidador sin ningún tipo conducta emocional negativa (como el llanto) y al regreso del cuidador el infante evita al mismo. Otro estilo de apego es el ambivalente que consiste en las conductas ansiosas del infante antes de que suceda la separación, signos de molestia durante la separación y al regreso se busca al cuidador acompañado de expresiones emocionales negativas (como llorar o patalear).
En realidad el apego describe una serie de conductas primitivas entre el infante y su cuidador que tiene como punto de partida el temperamento infantil y los estilos de afrontamiento y crianza del cuidador, una parte dependiente de su personalidad y otra de la adopción de patrones de crianza modelados por su contexto histórico (Herrera, 2015); sobre esa base es que se edifica la historia personal en la que se desarrollan las competencias sociales y emocionales.
Al respecto del apego y la vida adulta (Sánchez, 2015), hay propuestas que equiparán las relaciones infante-cuidador con las relaciones amorosas en la vida adulta, por citar un solo ejemplo, Hazan y Shaver (1987) proponen estilos de apego seguro, ansioso-ambivalente y distante en las relaciones íntimas. Es decir, el apego infantil, llevado a la vida adulta emocional íntima.
Germán Alejandro Miranda Díaz
REFERENCIAS
Delgado, A. O., y Oliva Delgado, A. (2004). Estado actual de la teoría del apego. Revista de Psiquiatría y Psicología del Niño y del Adolescente, 4(1), 65-81.
Hazan , C. y Shaver, Ph. R. (1987) Romantic love conceptualised as attachment process. Journal of Personality and Social Psychology, 52, 511-524.
Herrera, C. R. (2015). La transmisión intergeneracional, la clase del vínculo y los factores intrapersonales como predictores de la co-ocurrencia de comportamientos violentos y adictivos en jóvenes. Acta colombiana de psicología, (9), 51-69.
Páez, D., Fernández, I., Campos, M., Zubieta, E., y Casullo, M. (2006). Apego seguro, vínculos parentales, clima familiar e inteligencia emocional: socialización, regulación y bienestar. Ansiedad y estrés, 12(2-3), 329-341.
Papalia, D. E., Olds, S. W., Feldman, R. D., y Lozano, E. W. M. (2005). Psicología del desarrollo (Vol. 11). McGraw-Hill.
Sánchez, F. L. (2015). Apego y relaciones amorosas. Informació Psicològica, (82), 36-48.