PsicoEducativa: reflexiones y propuestas

Vol. 2, Núm. 3, 2016

Conductas violentas en la adolescencia.

Karla Xadany Cabral Martínez (*) xadany.cm.04@hotmail.com
Denis Ceballos Rodríguez (*) denis_gdk@live.com

*Estudiante de la carrera de Psicología de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, UNAM
Cómo citar este texto:Cabral, K. X. y Ceballos, D. (2016). Conductas violentas en la adolescencia. PsicoEducativa: reflexiones y propuestas. 2(3), 92-98.


RESUMEN

El bullying o el maltrato escolar es un problema de enorme relevancia social. No sólo por su elevada incidencia, sino porque está adquiriendo formas más graves en su manifestación, sin olvidar las importantes consecuencias que tiene para la propia víctima en todas sus áreas de funcionamiento como la personal, académica, social, entre otras.
El interés por el tema surge ya que de manera personal se cree que el acoso es uno de los mayores problemas sociales de nuestro tiempo, y más si lo vinculamos a los adolescentes. En la adolescencia, el bullying puede tener graves consecuencias; por ejemplo, una mala experiencia con el acoso puede provocar que un adolescente se vuelva más retraído en lo que respecta a sus relaciones sociales. Este trabajo habla acerca del acoso escolar a adolescentes en el entorno escolar, un fenómeno que en la actualidad es conocido por el término de “bullying”.
Se realizaron encuestas a 30 estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades plantel Azcapotzalco, donde se encontró que los hombres pueden estar en el papel de víctima y agresor al mismo tiempo puesto que sus puntajes en ambas escalas fueron similares, en cuanto a las mujeres se observa que no es posible afirmar si existe una relación entre la baja autoestima y la carencia de habilidades sociales además que ninguna reportó sufrir acoso escolar. Y con esto se propone llevar acabo un Taller de habilidades sociales en el cual se pretende orientar a los adolescentes a adquirir las competencias necesarias para alcanzar un desarrollo personal, académico y social adecuado.

Palabras clave: bullying, violencia escolar, acoso escolar, autoestima.


1. INTRODUCCIÓN

Propósito

El propósito del presente trabajo es informar a los adolescentes sobre aspectos relevantes al bullying e impartir un taller que consiga fortalecer las habilidades sociales en la población juvenil. Asimismo la denifición de medidas que sean efectivas para confrontear la problemática.

Presentación de la problemática

El Bullying o acoso escolar es un problema creciente en las aulas que consiste en un maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. El objetivo mayoritario del Bullying es el de someter y asustar a las víctimas.

Es difícil determinar porqué un niño se vuelve agresor y cómo “escoge” exactamente a sus víctimas. Hay quienes atribuyen todo esto a la violencia familiar, a la inestable economía mexicana que impide que los padres tengan más tiempo para sus hijos, a los medios de comunicación que no informan de nada útil, entre otros supuestos culpables.

El Bullying, es un concepto que hace referencia a distintas situaciones de intimidación, acoso, abuso, hostigamiento y victimización que ocurren reiteradamente entre escolares (Rigby, 1996; García, 2010).

Cabe mencionar que desde el año de 1980, las investigaciones sobre problemas de conducta de niños y adolescentes en la escuela han ido en aumentando debido a la creciente frecuencia y gravedad de estos problemas en los Estados Unidos y algunos países europeos (Musitu, Estévez & Emler, 2007).

En 1997, después de la realización de una encuesta, se encontró que al menos un 37% de los estudiantes a nivel nacional (en Estados Unidos) habían estado involucrados en peleas físicas durante el año anterior.

La violencia escolar engloba tanto la violencia física, la violencia verbal así como la exclusión social (en la que una persona es deliberadamente ignorada con la finalidad de hacerle daño) y la violencia sexual (Félix, Soriano y Godoy, 2009).

Hay autores que hacen una diferencia entre víctimas puras y víctimas agresivas. Víctimas puras se caracterizan generalmente por ser sumisa y pasiva, mientras que las víctimas agresivas son, en contraste, con tendencia a comportamiento hostil dichos autores realizaron una investigación donde encontraron que los adolescentes no implicados mostraron un mejor ajuste psicosocial general: niveles más elevados de autoestima y satisfacción con la vida y niveles inferiores de sintomatología depresiva, estrés percibido y sentimiento de soledad. Los agresores perciben más estrés y expresaron menor satisfacción con sus vidas, lo mismo ocurrió con las víctimas puras y víctimas agresivas. Las víctimas mostraron los niveles más elevados de sentimiento de soledad (Estévez, Murgui y Musitu, 2008).

Un contexto que es de suma importancia en el desarrollo adolescente es la familia, dentro del cual mencionan que el clima familiar es uno de los factores de mayor pues existen autores que sostienen que el clima familiar ha mostrado ejercer una influencia significativa tanto en la conducta, como en el desarrollo social, físico, afectivo e intelectual de los integrantes (Moreno, Estévez, Murgui y Musitu, 2009). La asociación entre trastornos de personalidad y los actos violentos es de particular interés debido a los trastornos de personalidad tienden a caracterizarse por dificultades en las relaciones interpersonales, incluyendo conflicto interpersonal, lo cual puede jugar un papel importante en el desarrollo de comportamientos violentos durante la adolescencia

El objetivo de un estudio realizado por Estévez, Martínez y Musitu (2006 citado en Musitu et al. 2007), fue analizar las diferencias en autoestima entre adolescentes con problemas de agresividad en la escuela, adolescentes victimizados por sus iguales y adolescentes que son al mismo tiempo agresores y víctimas en el contexto escolar.

Los resultados indicaron que, en general, los adolescentes victimizados en la escuela se perciben a sí mismos más negativamente en los dominios social y emocional de la autoestima, en comparación con los agresores. En este sentido, investigaciones previas señalan que las víctimas de violencia escolar suelen presentar desórdenes emocionales como estrés, ansiedad y síntomas depresivos, así como problemas de aislamiento, exclusión social en la escuela y dificultades para integrarse socialmente en el grupo de compañeros.

Las víctimas son percibidas por sus compañeros como personas tristes, inseguras y tímidas que tienen pocos o ningún amigo. Los resultados obtenidos en la presente investigación sugieren que esa imagen de las víctimas como personas tristes, deprimidas y solas es, de hecho, compartida por las propias víctimas. Sin embargo, las autopercepciones de las víctimas relativas a los contextos familiar y escolar, son más positivas que en el caso de ambos grupos de agresores, e incluso tan positivas como las autopercepciones de los adolescentes sin problemas de agresión o victimización en la escuela. Así, aunque las víctimas sostienen que en ocasiones se sienten sobreprotegidas por sus padres, en general, se muestran satisfechas con su entorno familiar, mientras que por el contrario, los agresores suelen informar de la existencia de relaciones hostiles y desafiantes con sus padres.

En 2011, la CNDH reportó que el 30% de los estudiantes de primaria declaraba sufrir algún tipo de bullying. Para 2013, el porcentaje subió al 40%. Por tales cifras es que México se encuentra en el primer lugar internacional que reporta casos de bullying en educación básica siendo afectados 18 millones 781 mil 875 alumnos de escuela primaria y secundaria tanto públicas como privadas, de acuerdo a un estudio realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Dicho análisis efectuado entre los países miembros reportó que el 40.24% de los estudiantes declaró haber sufrido algún acoso; 25.35% indicaron que han recibido insultos y amenazas, 17% ha sido agredido físicamente y el 44.47% ha sido víctima de algún episodio de violencia verbal, psicológica a través de las redes sociales.

Investigaciones realizadas por el Instituto Politécnico Nacional y de la Universidad Nacional Autónoma de México reportan que de los 26 millones 12 mil 816 estudiantes de nivel preescolar, primaria y secundaria, alrededor del 60% y 70% ha sufrido bullying, se carece de registros certeros, la ausencia de políticas para prevenir la violencia y el acoso escolar han ocasionado un bajo rendimiento, deserción e incremento de suicidio.

El 59% de suicidios incluyen causas como acoso físico, psicológico y cibernético entre estudiantes, se concentran en: Estado de México, Puebla, Chihuahua, Veracruz, Guanajuato, Jalisco y Tabasco. Lo realmente alarmante es que el suicidio entre menores de edad de 5 a 13 años se ha incrementado ya que además del ámbito escolar los menores son humillados y maltratados en las redes sociales.

Algunos casos conocidos durante este año fueron expuestos por videos grabados por los mismos estudiantes y subidos a redes sociales como YouTube. El estudio El bullying o acoso escolar, realizado en agosto de 2011 por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), reveló que entre los siete y los 14 años se presentan las actitudes más violentas en niños. En México, el 11% de los estudiantes mexicanos de primaria ha robado o amenazado a algún compañero, y en la secundaria el 7% lo ha hecho, indica el estudio.

Presentación del problema específico

El presente proyecto tiene como objetivo analizar el efecto que tiene la violencia y el acoso escolar (bullying) en la autoestima tanto en hombres como en mujeres adolescentes. Así como la relación existente entre las habilidades sociales y la autoestima que fomentan la aquisición de rol de víctima o acosador. Y cómo se percibe el bullying en la población juvenil mexicana.


2. MARCO CONCEPTUAL

Perspectiva

En la década de 1970 Olweus (1978 citado en Moreno et al. 2009). dio la alerta al denunciar el maltrato y los abusos como una práctica común y sistemática entre compañeros en las escuelas noruegas. Hoy este fenómeno es universalmente conocido como bullying, concepto que refiere a distintas situaciones de intimidación, acoso, abuso, hostigamiento y victimización que ocurren reiteradamente entre escolares (Rigby, 1996; García, 2010).

Desde el año de 1980, las investigaciones sobre problemas de conducta de niños y adolescentes en la escuela han ido aumentando constantemente debido a la creciente frecuencia y gravedad de estos problemas en los Estados Unidos y algunos países europeos. Estos problemas implican conductas antisociales (vandalismo y daños a la propiedad de la escuela) y agresividad tal como violencia física y verbal hacia profesores y compañeros de clase (Musitu et al. 2007).

Durante los años 90, las investigaciones sobre violencia incrementaron aún más debido a que el tema se volvió muy importante como un problema de salud pública. En 1997, después de la realización de una encuesta, se encontró que al menos un 37% de los estudiantes a nivel nacional (en Estados Unidos) habían estado involucrados en peleas físicas durante el año anterior. Cabe aclarar que los estudiantes varones presentaron el doble de probabilidad que las mujeres de haber estado en una pelea física (Ellickson & McGuigan, 2000).

De acuerdo con Moreno, Estévez, Murgui y Musitu (2009), en un contexto de relevancia incuestionable en el desarrollo adolescente es la familia, dentro del cual mencionan que el clima familiar es uno de los factores de mayor importancia en el ajuste psicosocial del adolescente. Sostienen además que el clima familiar está constituido por el ambiente percibido e interpretado por los miembros que integran la familia, y ha mostrado ejercer una influencia significativa tanto en la conducta, como en el desarrollo social, físico, afectivo e intelectual de los integrantes.
Estos mismos autores sostienen que un clima familiar positivo hace referencia a un ambiente fundamentado en la cohesión afectiva entre padres e hijos, el apoyo, la confianza e intimidad y la comunicación familiar abierta y empática; se ha constatado que estas dimensiones potencian el ajuste conductual y psicológico de los hijos. Un clima familiar negativo, por el contrario, carente de los elementos mencionados, se ha asociado con el desarrollo de problemas de comportamiento en niños y adolescentes.

Diversas investigaciones sobre la asociación entre trastornos psiquiátricos y conductas violentas entre los adolescentes han sido muy útiles para aumentar la comprensión del papel que juegan los trastornos psiquiátricos en el desarrollo de comportamientos violentos durante la adolescencia. Estudios previos en este campo se han centrado principalmente en la asociación entre trastornos de conducta disruptiva y actos violentos o criminales. A pesar de la investigación que indica que los trastornos de personalidad se asocian con mayor riesgo de comportamiento violento entre los adultos, poco se sabe actualmente sobre la asociación entre trastornos de la personalidad adolescente y comportamiento violento durante la adolescencia y edad adulta temprana (Johnson, Cohen, Smailes, Kasen, Oldham, Skodol & Brook, 2000).

Existen estudios comparativos que ponen de manifiesto el hecho de que las escuelas constituyen uno de los lugares más seguros para los niños y los jóvenes en edad escolar. Sin embargo, también se pueden dar problemas de convivencia que hacen referencia a conducta antisocial, robos, vandalismo, daños hacia la propiedad, agresividad, violencia física y verbal hacia los profesores o resto de alumnos, acoso escolar o violencia sexual que deben tener una respuesta por parte de las escuelas y la sociedad en general. La violencia escolar engloba tanto la violencia física, la violencia verbal así como la exclusión social (en la que una persona es deliberadamente ignorada con la finalidad de hacerle daño) y la violencia sexual. Es importante hacer mención de que en el contexto escolar, la mayor parte de las agresiones se llevan a cabo en el patio de recreo, el aula y los pasillos. Y en cuanto al género, los hombres son más propensos a ser agresores y en cuanto a las víctimas no existen diferencias de género Félix et al. (2009)

Según Estévez, Murgui y Musitu (2008) la conducta violenta en esa etapa de la vida puede ser normativa e incluso beneficiosa para el ajuste social en algunos adolescentes. Los estudiantes agresivos suelen ser figuras centrales en su grupo de pares y tienden a disfrutar. En un estudio realizado por estos autores diferencian entre víctimas puras y víctimas agresivas. Víctimas puras se caracterizan generalmente por ser sumisa y pasiva, mientras que las víctimas agresivas son, en contraste, con tendencia a comportamiento hostil. Por esta razón, las diferencias entre las víctimas puras, las víctimas agresivas y agresores se investigaron también en esta investigación.
Dicho estudio tuvo como objetivo analizar el ajuste psicosocial en los siguientes cuatro grupos de adolescentes: agresores, víctimas, víctimas agresivas, y los estudiantes que no participan en los problemas de comportamiento o de victimización en la escuela. Los indicadores de ajuste psicosocial que consideraron los autores son los siguientes: autoestima, la sintomatología depresiva, el estrés percibido, sentimiento de soledad, y una medida general de satisfacción con la vida. Encontraron que los adolescentes no implicados mostraron un mejor ajuste psicosocial general: niveles más elevados de autoestima y satisfacción con la vida y niveles inferiores de sintomatología depresiva, estrés percibido y sentimiento de soledad. Las puntuaciones en este grupo fueron equivalentes a aquellas obtenidas por los agresores con respecto a la autoestima, la sintomatología depresiva y la soledad. Sin embargo, los agresores perciben más estrés y expresaron menor satisfacción con sus vidas, como así también hicieron los otros dos grupos, a saber: víctimas puras y víctimas agresivas. Las víctimas mostraron los niveles más elevados de sentimiento de soledad.

Existen autores que mencionan que el funcionamiento de la escuela influye en el comportamiento de los alumnos, tal es el estudio realizado por Birnbaum, A., Lytle, L., Hannan, P., Murray, D., Perry C. y Forster en el cual utilizaron un conjunto de características del nivel de escuela como las principales variables independientes para predecir la conducta violenta autoinformada de jóvenes adolescentes. Su hipótesis fue que el funcionamiento escolar positivo se encuentra negativamente asociado con la prevalencia de conducta violenta. Utilizaron el análisis contextual para examinar la relación del funcionamiento de la escuela con el comportamiento violento a nivel individual.
Dichos autores recogieron datos sobre los comportamientos violentos y otras variables en las encuestas de los estudiantes. Así como también utilizaron modelos multinivel para evaluar el efecto del funcionamiento de la escuela en el comportamiento violento después de ajustar por covariables conocidas a nivel individual de los comportamientos violentos. Encontraron una interacción entre el funcionamiento de la escuela y las expectativas para la educación futura. Entre los estudiantes que reportaron expectativas de completar un título universitario, el funcionamiento escolar positivo se asoció negativamente con los comportamientos violentos. Entre los estudiantes que reportaron menores expectativas de completar un título universitario, no se encontró asociación entre el funcionamiento de la escuela y los comportamientos violentos. Estos resultados sugieren que las características de la escuela medidas objetivamente están asociadas con conductas violentas de los estudiantes incluso teniendo en cuenta los factores a nivel individual.

Un investigación llevada a cabo por Félix et al. (2009) tuvo como objetivo analizar algunas de las características de la violencia escolar en las etapas de escolaridad obligatoria en Valencia y su provincia. Encontrándose que las agresiones son más frecuentes en el primer ciclo de Enseñanza Secundaria, donde consecuentemente se abren mayor número de expedientes disciplinarios. Se confirma que la violencia más frecuente es la violencia física, seguida de la violencia verbal, seguida con menor incidencia la violencia contra la propiedad, por exclusión y por último, la violencia sexual. Respecto a la topografía, la mayoría de incidencias ocurren en el aula, seguidas del patio, pasillos y alrededores del centro. Los actos violentos no pasan inadvertidos, así como también se encontró que los hombres son más propensos a ser agresores, pero no suelen existir diferencias de género en cuanto a las víctimas.

Rigby (2003) menciona que es posible observar hasta seis roles distintos si se considera a quienes actúan como ayudantes del victimario, a los promotores del bullying y a los defensores de las victimas. Entre las formas de maltrato más comunes y frecuentes, la evidencia identifica distintos tipos de insultos, apodos y sobrenombres; golpes, agresiones directas, robos; amenazas, rumores y la exclusión o el aislamiento social (Whitney y Smith, 1993; Owens, Daly y Slee, (2005 citado en Félix et al. 2009).

Causas del problema

Este trabajo surge desde la preocupación de que el acoso es uno de los mayores problemas sociales de nuestro tiempo, y más si lo vinculamos a los jóvenes. En la juventud puede tener consecuencias más devastadoras; por ejemplo, una mala experiencia con el acoso puede marcar la vida de un niño o de un adolescente haciendo que se vuelva más retraído para el resto de su vida adulta. Se sabe que el bullying afecta física y emocionalmente a los niños. Las consecuencias dependerán en gran parte de la personalidad del chico abusado. en general, cuando son más tímidos e inhibidos, los efectos serán mayores que en aquellos que cuentan con los recursos para enfrentar el problema. La hipótesis es que el nivel de autoestima en hombres está relacionado directamente con ser víctima o agresor en su entorno social; mientras que en las mujeres el nivel de autoestima está más relacionado con las habilidades sociales que poseen para interactuar en su entorno.

3. PLANTEAMIENTO

Método

Método:

Variables a observar: Autoestima y grado de bullying en adolescentes realizado mediante violencia física o verbal.

Participantes: Se aplicaron encuestas a 30 estudiantes (15 hombres y 15 mujeres) de Educación Media Superior del Colegio de Ciencias y Humanidades Azcapotzalco. Dicha se escuela se encuentra al norte del Distrito Federal colindando con el Estado de México donde se tiene reporte que es una de las zonas más delictivas.
La edad de los estudiantes oscilaba entre los 15 y los 18 años.

Obtención de datos

Para autoestima se utilizó à Escala de Autoestima Rosemberg:
Cuestionario para explorar la autoestima personal entendida como los sentimientos de valía personal y de respeto a sí mismo. La escala consta de 10 ítems planteados como frases, de las cuales, cinco están enunciadas de forma positiva y cinco de forma negativa para evaluar el grado de autoestima (ver Anexo 1).

Forma de evaluación: De los ítems 1 al 5, las respuestas A a D se puntúan de 4 a 1 .De los ítems 6 al 10, las respuestas A a D se puntúan de 1 a 4:

· De 30 a 40 puntos: Autoestima elevada considerada como normal.

· De 26 a 29 puntos: Autoestima media. No presenta problemas de autoestima graves, pero es conveniente aumentarla.

· Menos de 25 puntos: Autoestima baja. Existen problemas significativos de autoestima.

Para evaluar el bullying se utilizó à Cuestionario de Prevalencia de Bullying (BPQ en inglés) diseñado por Rigby y Slee (1993) Este instrumento permite conocer la naturaleza y prevalencia del bullying. El cuestionario está dirigido a estudiantes entre 8 y 18 años de edad pero el formato de preguntas se adapta de acuerdo con la edad. El cuestionario da cuenta de tres dimensiones o escalas de relaciones interpersonales: el maltrato a otros, ser victimizado por otros y relacionarse con los otros de manera prosocial y cooperativa. Se compone de un total de 20 ítems (ver Anexo 2). Para efectos del presente proyecto, se eliminó uno de los ítems del instrumento original, por lo cual sólo está compuesto por 19.

Forma de evaluación: En la escala de respuesta además de pedir que indique sí o no se ha presentado lo descrito, se solicita indicar la frecuencia: Nunca, algunas veces, frecuentemente y casi siempre en una escala de 1 a 4, en donde 4 indica la mayor frecuencia.
Para efectos de la presente investigación, las categorías de las diferentes dimensiones (agresor, víctima y prosocial) son las siguientes, dependiendo del puntaje obtenido:

Agresor:

· 4 a 10= Poco agresor

· 11 a 16 = Agresor moderado

· 16 o más = Agresor severo

Víctima:

· 4-8= No sufre de abuso

· 9-12 = Sufre abuso moderado

· 13-16= Sufre abuso severo

Prosocial:

· 4-8= No posee habilidades sociales (HS)

· 9-12= Posee habilidades sociales moderadas

· 13-16= Posee buenas habilidades sociales

Resultados

A continuación se muestran los resultados obtenidos tanto para hombres como para mujeres en cada instrumento. Para facilitar la comprensión de los mismos, los resultados primero se muestran por sexo en diferentes tablas (ver Tabla 1 y 2) y gráficas (ver Gráfica 1 y 2); y posteriormente se hace una comparación entre ambos sexos.

Mujeres:

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Tabla 1: Se muestran los puntajes obtenidos por las mujeres en ambos instrumentos.

Como se puede apreciar en la Tabla 1, 11 de las mujeres participantes obtuvieron una puntuación alta en la Escala de autoestima de Rosemberg, con lo cual se afirma que poseen una autoestima elevada; mientras que sólo 3 de ellas tienen autoestima media y 1 posee autoestima baja. Al parecer la edad no es un factor determinante para el grado de autoestima, pero sería pertinente realizar más investigaciones que evalúen el factor de la edad.

Cabe aclarar que tampoco se aprecia una relación clara entre autoestima y ser víctima o agresor en la escuela, ya que todas las participantes, sin importar el grado de autoestima, obtuvieron puntajes muy bajos en estas dimensiones.

Por otro lado, se observó cierta diferencia en la dimensión Prosocial, la cual hace referencia a las habilidades sociales (HS) que poseen. En esta dimensión es importante mencionar que tanto la participante 1 como la participante 10 manifestaron no tener HS, lo cual llama la atención debido a que ninguna de ellas tiene autoestima baja. En la Gráfica 1 se muestra el promedio alcanzado en cada dimensión del BPQ.

Gráfica 1. Muestra el promedio alcanzado por las mujeres en cada dimensión del BPQ.

En esta gráfica se puede observar que, a pesar de que una sola participante manifestó tener una autoestima baja (participante14), posee unas buenas HS, lo cual podría indicar que no tiene buenas estrategias para socializar con sus compañeros.

Es importante mencionar que para la realización de esta gráfica se separó a las participantes de acuerdo con su nivel de autoestima y se obtuvo un promedio de las dimensiones del BPQ, lo cual es un factor importante a considerar en la interpretación visual de estos datos.

Hombres:


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Tabla 2. Se muestran los puntajes obtenidos por los hombres en ambos instrumentos.

En esta tabla se puede apreciar claramente que 10 de los participantes poseen una autoestima elevada, 4 una autoestima media y 1 tiene autoestima baja. Al igual que con las participantes mujeres, la edad no parece ser un factor que influya directamente en la autoestima pero no podemos asegurarlo hasta realizar los estudios pertinentes.

A diferencia de las mujeres, los datos obtenidos por los hombres en las dimensiones de Agresor y Víctima sí presentan cierta variación, ya que 3 de los participantes (5, 11 y 15) alcanzaron un puntaje moderado en la dimensión de Agresor y 4 participantes (5, 11, 14 y 15) alcanzaron un puntaje moderado en la dimensión de Víctima. Es importante resaltar que son los mismos participantes en ambas dimensiones, con excepción del participante 14.

Con respecto a la dimensión Prosocial, es importante mencionar que sólo el participante 13 manifestó no poseer HS, lo cual podría estar relacionado a su autoestima, ya que no es elevada sino media. En la Gráfica 2 se muestra el promedio alcanzado por los hombres en cada dimensión del BPQ dependiendo de su grado de autoestima.

Gráfica 2. Muestra el promedio alcanzado por los hombres en cada dimensión del BPQ.

En esta gráfica se puede apreciar que el participante con autoestima baja alcanzó una puntuación alta en la dimensión de agresor, lo cual lo clasifica como un agresor moderado.

Se puede decir que la autoestima no va relacionada con la edad, si no que se ve influida por otros factores. Los puntajes por parte de los hombres muestran que a pesar de tener puntuación en la subescala de agresor, también obtienen una puntuación similar en la subescala de víctima, es decir, puede tener ambas conductas. Es pertinente realizar un estudio a profundidad para determinar si existe una correlación entre ambas conductas y si se realizan entre las mismas personas (agresor-víctima) cambiando de papeles (víctima > agresor, agresor > víctima).

Respecto a las puntuaciones obtenidas por mujeres en la subescala de autoestima y habilidades sociales, no es posible visualizar si existe una relación directa entre la baja autoestima y la carencia de habilidades sociales. Se recomienda realizar un estudio que abarque dicha relación con una muestra mayor.

Solución del caso

Propuesta de prevención: Las habilidades sociales en el ámbito escolar tienen gran importancia, debido a que el comportamiento de los alumnos va a permitir la adquisición de capacidades sociales y culturales que van a propiciar evitar el rechazo social por falta de integración. La aplicación de habilidades sociales y el ponerlas en práctica de forma efectiva provocaran la eliminación de conflictos y por ende que se disfrute un clima más tranquilo y adecuado para aprender. El taller pretende enseñar habilidades sociales asertivas en el aula, evitar los comportamientos pasivos y agresivos de los alumnos.

El propósito del taller es detectar, tomar consciencia, trabajar y practicar las áreas sociales individuales más debilitadas para permitir una mejor interacción entre el adolescente y el medio que lo rodea. A través de dinámicas grupales, se trabajará el proceso de socialización y las competencias más importantes que influyen en éste: comunicación verbal y no verbal, empatía, oposicionismo, toma de decisiones, solución de conflictos, manejo emocional, autoestima, asertividad, creación y mantenimiento de relaciones personales, habilidades de negociación, trabajo en equipo, liderazgo y seguridad personal.

Taller para el manejo de habilidades sociales

Objetivo General:

· Orientar a los adolescentes a adquirir las competencias necesarias para alcanzar un desarrollo personal, académico y social adecuado.

Objetivos Particulares:

· Desarrollar habilidades para perder la vergüenza en diferentes contextos sociales.

· Eliminar actitudes y estereotipos que promueven la timidez y la no participación.

· Desarrollar y fomentar la empatía entre el alumnado.

· Distinguir entre formas de responder a una acusación que favorecen una regulación no violenta del conflicto y aquellas que aumentan el conflicto.

Los constantes cambios físicos, psíquicos, emocionales y sociales provocan en la juventud una pérdida de confianza en sus propias habilidades. Se trata de una etapa en la que es primordial ayudar a los/as jóvenes a reforzar sus capacidades para que puedan tomar el control de sus vidas y afrontar las dificultades con confianza en sus posibilidades.

Para ello es imprescindible trabajar y estimular el desarrollo de habilidades como la escucha, la expresión verbal y no verbal así como la comunicación en general siendo herramientas para fortalecer su capacidad en el manejo de las emociones, de reforzar las capacidades para definir los problemas, optar por las mejores soluciones y aplicarlas.

A través de este taller, retomado del taller titulado "Aprendiendo a desarrollar nuestras Habilidades Sociales", desarrollado dentro del Proyecto Active Progress, queremos generar en los/as jóvenes la curiosidad y el interés por conocer un poco más su forma de comunicarse, la toma de decisiones, etc….

Queremos que se conozcan y que adquieran conciencia del amplio abanico de posibilidades que se abre cuanto mayor sea el conocimiento de uno mismo.

Aportaciones

La importancia del taller radica en que permite que el adolescente adquiera y desarrolle habilidades sociales para poder relacionarse con los demás de manera adecuada evitando conflictos.

En el taller el adolescente podrá:

· Descubrir en sí mismo cualidades positivas que antes no valoraba como tales.

· Desarrollar un autoconcepto óptimo.

· Comunicarse de forma efectiva con los demás.

· Comprender mejor a los demás y a sí mismo.

· Fomentar buenas relaciones sociales para obtener una mejor adaptación e integración a la sociedad.

· Fomentar la empatía y la comprensión.

· Emplear herramientas para la solución de problemas.

Discusión

Las posibles limitaciones que podría tener el taller serían:

· Falta de interés por parte de los adolescentes provocando inasistencia.

· Que el contenido no sea interesante o llamativo.

· La falta de actividades dinámicas.

· Las actividades no sean comprensibles para las personas que tomen el taller.

Tales limitaciones podrían superarse si hay una buena planeación y estructuración del taller. Realizar énfasis donde se consideren temas de interés y que puedan ser de gran utilidad. Además que se tome en cuenta la opinión por parte de los adolescentes para la planeación de dinámicas que eviten el aburrimiento de los asistentes, que éstas a su vez sean claras y cumplan con los objetivos particulares para las sesiones.

4. CONCLUSIÓN

Con base en la investigación realizada se puede observar que la autoestima no se relaciona con la edad en cuanto a hombres se trata, sino que está influenciada por factores externos. En el caso de las mujeres no fue posible visualizar si existe una relación entre la baja autoestima y la carencia de habilidades sociales. Por lo tanto se realizó una propuesta de intervención la cual consiste en impartir un taller para el desarrollo de habilidades sociales entre la población adolescente, puesto que las habilidades sociales se adquieren, principalmente, a través del aprendizaje y por tanto pueden mejorarse mediante un entrenamiento adecuado. Mismo que se obtiene en un Taller de Habilidades Sociales para los adolescentes, éstos pueden aprender cómo relacionarse con los padres, profesores y amigos, aprender cuestiones tan importantes como saber “decir no” y resolver conflictos, esto sentaría bases sólidas para el desarrollo de su autoestima. Asimismo realizar investigación para determinar las causas del bullying en la población mexicana ya que la mayoría de los estudios realizados es de otros países.

5. REFERENCIAS

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